Así lo consideró un análisis del diario The New York Times, el cual destaca cómo los demócratas critican al fiscal general Merrick Garland por guardar silencio sobre las acciones del magnate republicano para anular los resultados de los comicios de noviembre de 2020.
El comité especial de la Cámara Baja que investiga el ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021, protagonizado por simpatizantes del exgobernante, presentó el miércoles un documento en el cual estiman que el antiguo jefe de la Casa Blanca y uno de sus asesores legales, John Eastman, conspiraron para revertir los resultados de las elecciones presidenciales.
Expertos legales consultados por el medio neoyorquino consideraron que es mucho más fácil para el Congreso afirmar que Trump cometió un delito que para los fiscales ganar un caso penal por los mismos hechos.
Perder algo así tiene implicaciones de largo alcance, se corre el riesgo de socavar gravemente la credibilidad del Departamento de Justicia, al tiempo que podría envalentonar a Trump y sus aliados, y dificultar a los tribunales federales responsabilizar a los futuros presidentes por fechorías, valoró el Times.
Los congresistas del comité especial aseguran que Trump cometió dos delitos: obstruir un procedimiento oficial al interrumpir el conteo de votos electorales y conspirar con sus aliados para anular los resultados de las elecciones.
Ante los nuevos acontecimientos el exjefe del ejecutivo reiteró este jueves su postura infundada de que «la verdadera conspiración» fue el fraude electoral de los demócratas y manifestó que el único objetivo del comité es impedir su candidatura en 2024 si así lo decide.
La comisión legislativa, integrada mayormente por demócratas, continúa sus investigaciones y citó a declarar a Kimberly Guilfoyle, prometida de uno de los hijos del antiguo ocupante del Despacho Oval quien participó en un mitin previo a los acontecimientos del 6 de enero de 2021.
Los demócratas insisten en cerrar el cerco contra Trump cuando faltan ocho meses para las elecciones legislativas de medio término y sondeos reconocen la influencia del exmandatario entre las bases del Partido Republicano pese a la constante aparición de evidencias sobre su cuota de responsabilidad en los disturbios del 6 de enero.
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