En el afán por atraer avotantes descontentos, la agenda doméstica fue desplazada a un segundo momento delaalocución ante el Congreso para dar prioridad a la crisis en Ucrania, un tema con el cual el mandatario aparentemente consiguió lo que parecía imposible: unir a los legisladores de ambos partidos alrededor de una causa.
Nada más faltó el confeti en el Capitolio para celebrar las declaraciones del gobernante contra Rusia y su agresividad hacia el presidente Vladimir Putin por la operación militar lanzada en aquel país del este europeo, aunque solo el 33 por ciento de los estadounidenses aprueba el enfoque de la Administración acerca del conflicto, según una encuesta del diarioThe Washington Post.
Entre las razones de la aclamación del auditorio, en el cual muchos vistieron de color amarillo y azulo colocaron lazos en las solapas en alusión a la bandera ucraniana, se encontraban las sanciones impuestas a Moscú, para las queel Kremlin afirma que está preparado.
Durante su intervención, Biden demostró estar más dispuesto a debilitar a Putin que a apoyar a Ucrania directamente porque, tras la caótica salida de Afganistán, sabe que la mayoría del electorado norteamericanono quiere otra guerra, mucho menos con una potencia nuclear.
No obstante, justificó el envío de más efectivos al llamado Viejo Continente con el argumento de que son necesarios en la defensa de los aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, en caso de que Rusia decida avanzar hacia el oeste, y para eso confirmó tanto la movilización de medios terrestres, escuadrones aéreos y embarcaciones como la ayuda militar a Kiev.
Washington y el criticado bloque llevan meses alentando las tensiones en Europa del Este, adonde desplazaron parte de sus fuerzas en momentos en que Rusia no tenía prevista la incursión que busca desmilitarizar y desnazificar a Ucrania, de acuerdo con Moscú.
El tono optimista del discurso quedó demostrado también al abordar las cuestiones de índole nacional, y en especial temascomo la lucha contra la Covid-19 y la inflación, aunque estos asuntos obtuvieron menos aplausos que sus declaraciones adversas al país euroasiático.
Biden aprovechó para promocionar sus escasas victorias políticas, entre ellas la ley de infraestructuras refrendada el año pasado con apoyo bipartidista y que espera implementar de cara a la competencia de China, principalmente.
Aunque no mencionó su fracasado plan de beneficios sociales y ambientales Build Back Better (Reconstruir mejor), pidió al Congreso aprobar algunas de las propuestas incluidas en ese proyecto de ley, la mayoría de las cuales son muy populares, así como una reforma migratoria.
Los reproches de los republicanos no faltaron y el bando rojo arremetió contra la respuesta de la Administración demócrata respecto al aumento de los precios, acusando a la Casa Blanca de elitismo por haber restado importancia al problema en un principio.
Pocos presidentes han enfrentado tantas crisis a la vez al inicio delmandato, y es improbable, a pesar del triunfalismo infundado, que un discurso tenga un efecto drástico en la opinión de los estadounidenses sobre la labor de Biden, quien necesita revertir los bajos índices de popularidad si desea que su partido mantenga en noviembre próximo el control del Congreso, consideran analistas.
(Tomado de Orbe)
