Durante una visita a Lismore, devastada por las riadas, Morrison prometió garantizar los recursos y eliminar cualquier burocracia para brindar servicios y apoyo en el terreno.
Esta es una gran catástrofe de proporciones nacionales, declaró el mandatario.
Esa localidad en el estado norteño de Nueva Gales del Sur fue una de las más afectadas, y cuatro personas murieron la semana pasada como consecuencia de los desbordamientos.
La declaración de emergencia nacional es la primera desde que se aprobó una ley en diciembre de 2020 en respuesta a los catastróficos incendios forestales durante el verano anterior en el hemisferio sur.
Esta medida significa que las víctimas no tendrán que proporcionar documentos de identificación para recibir el pago de manutención y el gobierno federal puede actuar de forma independiente en áreas donde los gobiernos locales no han solicitado ayuda.
Las inundaciones alcanzaron su punto máximo el 28 de febrero en Brisbane, la capital de Queensland y tercera ciudad más poblada de Australia, después de que se inundara con el 80 por ciento de su precipitación anual habitual en los tres días anteriores.
Más de 20 mil casas y negocios se inundaron en el sureste de Queensland y 13 personas murieron.
Partes de Sydney, la capital de Nueva Gales del Sur y ciudad más poblada del país, se inundaron después de recibir casi el 75 por ciento de su promedio anual de precipitaciones desde el 1 de enero.
La cantidad de personal militar para ayudar en la recuperación de las inundaciones en el norte de Nueva Gales del Sur aumentó en 700, hasta totalizar dos mil 500 este miércoles.
Si bien la lluvia ha disminuido en los últimos días, se ordenó la evacuación de 40 mil personas en Nueva Gales del Sur, donde el número de muertos aumentó a nueve cuando la policía encontró el cuerpo de un camionero de 50 años en las afueras de Sydney.
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