“Convoco al pueblo para, de una vez por todas, voltear la página en este escenario político y mirar al país democráticamente, en el marco de la gobernabilidad”, dijo ayer el mandatario, al dar por terminado el momento político de confrontación.
En una concentración en la región surandina de Puno, agregó que su administración no se propone lastimar ni agredir a nadie, pues, dijo, “nunca lo hemos hecho, jamás lo haríamos”.
Castillo anunció obras y medidas a favor de Puno y decisiones para atender los reclamos de organizaciones sociales participantes en protestas, como los agricultores y los transportistas.
Las medidas incluyen la importación de fertilizantes de Bolivia y Venezuela para aliviar la crisis de los agricultores, así como la anulación de las multas a transportistas aplicadas durante la prolongada pandemia de Covid-19.
Sin embargo, grupos de extrema derecha convocaron para hoy a una nueva marcha en Lima para exigir la renuncia de Castillo, al parecer alentados por la asistencia de miles de manifestantes a una movilización similar realizada el martes último.
Tras aquella marcha, el Congreso, donde han fracasado por falta de apoyo dos mociones de vacancia (destitución) del mandatario, aprobó en una exhortación a Castillo para que renuncie al cargo.
La nueva demostración incluyó entre sus consignas la exigencia la dimisión también de la vicepresidenta de la República, Dina Boluarte, con el evidente objetivo de catapultar al sillón presidencial a la conservadora presidenta del Congreso, María del Carmen Alva.
Alva sostiene que el retiro de Castillo es necesario para superar la crisis -aunque esta, según parecer unánime- se remonta a 2016, pues desde entones Perú ha tenido cinco presidentes- y alega que el Gobierno causa la crisis y calla cuando le preguntan si también debe elegirse un nuevo Parlamento.
La titular del Legislativo obvia el hecho que en las encuestas el desgaste y la desaprobación del Parlamento es mucho mayor que la del presidente, y más de 80 por ciento opinan que, si Castillo dejara el cargo, debe haber elecciones generales.
La sucesión a favor de Alva, opinan percepción general, puede causar una convulsión social como la que obligó a renunciar al efímero gobernante Manuel Merino, cinco días después de asumir la presidencia por vacancia de Martín Vizcarra en noviembre de 2020.
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