El primer ministro, Aníbal Torres, y los titulares del Interior, de Justicia y Derechos Humanos y de la Producción, así como los dirigentes nativos y mestizos guardaron un minuto de silencio en la instalación de una mesa de diálogo sobre las demandas sociales de la población del Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro.
La reunión se realizó en las cercanías de la localidad de Pichanaki, donde Rumiche, fue ultimado de un disparo en la cabeza por un desconocido que lo sorprendió cuando abandonó el pueblo en motocicleta, en una carretera secundaria.
El occiso era gerente de Desarrollo de Pueblos Originarios del Municipio selvático de Pangoa, en la región central de Junín; maestro bilingüe del pueblo Nomatsigenga y uno de los líderes de la organización Kanuja-Pangoa, integrada por 57 comunidades y bases de la amazonía.
La Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas condenó el asesinato del dirigente, a quien consideraba un aliado fundamental para promover el desarrollo sostenible en el Vraem.
La Asociación Interétnica de la Selva Peruana, denunció en marzo último el asesinato de tres dirigentes de la comunidad selvática Ashéninka, víctimas de elementos al margen de la ley; crímenes que siguen impunes.
Según la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental, en los dos últimos años fueron asesinados por lo menos 14 dirigentes nativos, considerados defensores de la amazonía frente a la actividad depredadora de su entorno por narcotraficantes y taladores ilegales de árboles.
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