Marta Denis Valle
Historiadora, periodista y colaboradora de Prensa Latina
Antes de atacar la joya del Pacífico, llamada Filipinas por el monarca Felipe II, las primeras acciones en Cuba ocurrieron al mediodía del 27 de abril.
El acorazado insignia de la flota estadounidense US New York penetró en la bahía de Matanzas y lanzó 15 proyectiles de ocho pulgadas, 61 de cuatro pulgadas y 28 de seis libras para un total de 104 proyectiles usados.
Washington declaró oficialmente la guerra a España, el 25 de abril de 1898 y el general Nelson Miles, comandante en Jefe del Ejército, organizó las fuerzas regulares y voluntarias que intervinieron en Filipinas, Cuba y Puerto Rico.
Al amanecer del 1 de mayo de 1898 tuvo lugar la Batalla de Cavite entre las fuerzas navales estadounidenses y las españolas en la bahía de Manila.
Dewey dispuso de seis buques: los cruceros protegidos Olympia, Baltimore, Raleigh, Petrel, y los grandes cañoneros Condord y Boston (19 mil toneladas de desplazamiento).
La escuadra española, con siete buques: Reina Cristina (insignia de Montojo), Isla de Cuba, Isla de Luzón, Castilla, Don Antonio Ulloa, Don Juan de Austria, y el Velasco, sumando un total de 14 mil toneladas.
Los españoles tuvieron 60 muertos y 193 heridos; los estadounidenses reportaron un muerto y 15 heridos, aunque fuentes de terceros países, elevan esta cifra a 50 ó 70 bajas, entre muertos y heridos.
ANTECEDENTES
Muchas son las semejanzas existentes entre la colonización española en Filipinas, aunque ubicado en el otro lado del mundo, con la de los países hispanoamericanos e igualmente respecto a la nueva ocupación colonial implantada por Estados Unidos en 1898, cuyo impacto marcó la vida de este rebelde pueblo a lo largo del siglo XX.
Su archipiélago, situado en la ruta marítima del sudeste asiático, desempeñó un papel importante en la recepción de mercadería rumbo a su Metrópoli.
Una misión muy importante de las Flotas de las Indias consistía en recoger al final de su destino la plata para la Corona y productos, incluidos de China y Filipinas, que por el Pacífico arribaban en naves al puerto de Acapulco y en caravanas cruzaban el territorio mexicano hasta la costa atlántica.
Después partía hacia La Habana, custodiada, donde debía esperar a la Flota de Tierra Firme o de los Galeones y luego viajar juntas de vuelta al puerto fluvial de Sevilla.
Para EEUU significó un enclave militar a las puertas de China y un estratégico peón de avanzada en la región que le reportaría grandes dividendos en el futuro.
España mantuvo su dominio colonial durante más de tres siglos y medio frente a los ataques de chinos, japoneses, holandeses e ingleses, quienes ocuparon Manila en 1762, igual que a La Habana.
Si Cuba fue la preciada perla caribeña de la Corona Española, Filipinas sería la indispensable Joya del Pacífico.
A casi dos años del alzamiento independentista del 24 de febrero de 1895 en Cuba, sería apresado y fusilado en Filipinas, el 30 de diciembre de 1896, José Rizal Alonzo, un poeta algo más joven que José Martí (con quien se le compara), graduado en medicina y filosofía.
Sus ideas -primero reformistas- inspiraron una insurrección anticolonial por la independencia que estalló ese año.
El general Emilio Aguinaldo mantuvo la lucha dos años hasta que el nuevo Gobernador General Primo de Rivera propuso un acuerdo y los dirigentes insurrectos viajaron a Hong Kong.
Aguinaldo regresó al ocurrir la destrucción de la flota española por la escuadra norteamericana en Manila, desembarcó en Cavite, proclamó la independencia el 12 de junio y con 30 mil hombres enfrentó a las tropas de la Metrópoli y liberó casi todo el archipiélago, menos la capital que se plegó a los estadounidenses.
La historia resultó parecida a la posterior en Santiago de Cuba. Ni el almirante Dewey ni el jefe de la infantería general Otis permitieron a Aguinaldo y sus fuerzas entrar en Manila donde las autoridades hispanas se mantenían en sus puestos.
En el Tratado de París, del 10 de diciembre de 1898, EEUU obliga a España a cederle Filipinas mediante una compensación de 20 millones de dólares y en 1899 llega a Manila el general Diego de los Ríos para repatriar a los siete mil 500 soldados españoles.
Los reclamos de independencia fueron desatendidos. EEUU tomó posesión del archipiélago y 70 mil de sus soldados volvieron sus armas contra los patriotas que resistieron durante varios años, a pesar de que Aguinaldo cayó prisionero en 1901 y fue obligado a aceptar a los ocupantes.
Al capitular el general Manuel Malvar, en 1902, declararon oficialmente concluida la actividad guerrillera.
La resistencia patriótica fue respaldada por la mayoría de la población y las tropas estadounidenses necesitaron tres años y medio para apoderarse de los puntos principales del Archipiélago y otros cuatro años para sofocar la rebelión.
El ex gobernador de la nueva metrópoli W. Cameron Forbes reconoce en su libro The Philippine Islands (Boston, 1928) que hubo resistencia hasta 1913 en la isla de Mindanao.
Diversas fuentes estiman que un millón de filipinos (el país contaba con siete y medio millones de habitantes) murieron entre 1899 y 1911, asesinados o enfrentando a las fuerzas de ocupación del general estadounidense Arthur MacAthur, quien se ensañó en el arrasamiento de aldeas y poblados por negarse a colaborar con los invasores.
Douglas MacAthur, famoso general de la Segunda Guerra Mundial, heredó de su padre grandes extensiones de tierras filipinas adquiridas en aquel turbulento período.
ATAQUES A COSTAS CUBANAS
Durante el mes de mayo de 1898 hostigaron la zona cardenense. El día 1 de ese mes, una escuadrilla naval norteamericana se estacionó frente al puerto de Cárdenas para impedir la entrada y salida de naves.
El 6 de mayo, fue cañoneada la batería española situada en Punta de Maya, entre Matanzas y Varadero; el 8 de mayo bombardearon la estación de señales de Cayo Romero, a la entrada de la Bahía de Cárdenas.
Se entabló un duelo artillero entre un cañonero norteamericano, el buque español Machías y dos cañoneras españolas acompañadas por un remolcador artillado.
Seguidamente, el 11 de mayo de 1898 la escuadra naval de Estados Unidos bombardeó la ciudad de Cárdenas; los proyectiles cayeron en edificios públicos y viviendas, ocasionando víctimas en la población civil; varias personas heridas, entre ellas una niña, y otras que fallecieron.
Desembarcaron en cayo Diana, arriaron la bandera española e izaron por primera vez la bandera de EEUU; la población cardenense fue bombardeada con la artillería de mayor calibre, hasta poco después de las cuatro de la tarde.
El 19 de mayo la escuadra hispana del Almirante Pascual Cervera, marino de larga experiencia en cargos militares navales, llegó a Santiago de Cuba, donde quedó bloqueada hasta el 3 de julio que sucumbió al tratar de salir por la boca de la bahía cumpliendo órdenes superiores.
Cervera siempre consideró un error enviar fuerzas navales y militares para defender el colonialismo español en Cuba; el 28 de febrero escribió al ministro de Marina que era inútil “la pérdida de vidas humanas y materiales bélicos por defender una isla que fue nuestra y que ya no nos pertenece”.
Cuando Cervera reunió su flota en las islas de Cabo Verde, el 20 de abril, recomendó al mismo titular dirigirse al archipiélago de las Canarias o a las costas peninsulares, pero el 24 de abril el Gobierno le ordenó que saliese hacia las Antillas.
El 25 de mayo informó a Madrid:
“Estamos bloqueados; califiqué desastrosa nuestra venida para los intereses patria.- Hechos empiezan darme razón.- Con la desproporción de fuerzas es absolutamente imposible ninguna operación eficaz.- Tenemos víveres para un mes.”
El día 31 los buques norteamericanos bombardearon los fuertes españoles y el 3 de junio el Almirante Sampson hizo hundir al vapor «Merriemac» en el canal de entrada para condenar a muerte los navíos de la Corona, pero su suerte no se decidiría aún.
El Capitán General Ramón Blanco Blanco recibió el 3 de junio una comunicación para que la escuadra de Cervera fuera movida como refuerzo a Filipinas, de forma temporal, y regresara a Cuba sin pérdida de tiempo y fuertemente reforzada. Poco después (7 de junio) el alto mando estadounidense ordenó a sus navíos bombardear Santiago de Cuba. En esa fecha fueron atacados también los fuertes de Caimanera, en la bahía de Guantánamo, y ocupada en los días siguientes con el desembarco de 600 infantes de marina, los primeros que pisaron tierra cubana.
El ataque directo a La Habana supondría un disparate, pues allí había sido activado por el nuevo jefe de la plaza Juan Arolas todo el sistema defensivo tanto marítimo como terrestre, que incluía el complejo de castillos y fortalezas, y numerosas líneas con baterías en una extensa zona desde el este al oeste de la ciudad.
La decisión de operar en tierra en Santiago de Cuba sería adoptada el 24 de mayo tras conocerse el bloqueo de la escuadra española en esa bahía.
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