Los comicios, que ni siquiera abarcan la totalidad de los ayuntamientos de Inglaterra, aunque sí todos los de Escocia y Gales, cobran una importancia inusitada por ser los primeros que se celebran tras los escándalos por las fiestas ilegales celebradas en la residencia oficial de Johnson durante la cuarentena por la pandemia.
También ocurren en momentos en que una gran parte de la población sufre el impacto del aumento de la factura de electricidad y gas, la inflación galopante y del alza de los precios y de los impuestos.
Y es por eso que tanto el llamado «partygate» como la crisis por el costo de la vida entraron con fuerza en la campaña electoral de la mano de la oposición, que ve el ejercicio electoral como un termómetro para medir la popularidad del mandatario.
De acuerdo con el líder del Partido Laborista, Keir Starmer, esta es la oportunidad de enviarle un mensaje al gobierno sobre de su “fracaso abyecto”, mientras el jefe de los Liberales Demócratas, Ed Davey, pidió a los electores aprovechar la votación para deshacerse de Johnson.
Según los pronósticos, el gobernante Partido Conservador podría perder hasta 550 de los seis mil puestos en disputa, como resultado de esos factores “externos” que se colaron de lleno en la campaña.
De confirmarse el vaticinio, Johnson, quien hasta ahora sobrevivió a los pedidos de renuncia de la oposición y de varios de sus correligionarios por el escándalo de las fiestas ilegales, podría verse en aprietos para mantener el poder, sobre todo si la jefatura del partido lo considera un lastre para las elecciones generales de mayo de 2024.
Al margen del interés por el futuro de Johnson, todas las miradas giran también hacia Irlanda del Norte, donde por primera vez en los 100 años de existencia de esa provincia británica los republicanos del Sinn Fein podrían obtener la mayoría de la Asamblea local.
Según las encuestas, la organización que dirige Michelle O’Neill obtendría el 26,2 por ciento de los votos, por un 18,2 por ciento el Partido Democrático Unionista, leal a Londres.
Aunque como parte de los acuerdos que pusieron fin a tres décadas de conflictos en 1998, republicanos y unionistas comparten el gobierno autónomo en Irlanda del Norte, un eventual triunfo del Sinn Fein le daría un mayor impulso a la causa nacionalista.
jf/nm