De acuerdo con la canciller Liz Truss, el objetivo es garantizar que el dinero aportado por Reino Unido sea invertido en sectores clave como la educación de las niñas y el apoyo humanitario de primera necesidad.
Nuestra estrategia profundizará los vínculos económicos, de seguridad y para el desarrollo a nivel global, al tiempo que ayudará a crear puestos de trabajo y al crecimiento tanto en Reino Unido como en los países pobres, afirmó la jefa de la diplomacia británica.
Agregó que a partir de ahora la ayuda oficial al desarrollo será una parte fundamental de la política exterior británica, con el objetivo, dijo, de frenar la influencia de ´actores malignos´ (países hostiles que no identificó) que usan el dinero como una forma de chantaje económico e influencia.
La diputada laborista Sarah Champion, quien preside del comité parlamentario encargado de revisar la ayuda al exterior que ofrece la cancillería, criticó el anuncio hecho por Truss, por considerar que condiciona la entrega de los fondos al comercio con Reino Unido.
La ayuda a cambio de comercio es peligrosa, porque distorsiona la esencia de nuestra asistencia, la cual es apoyar a los más pobres y vulnerables ya sea en países del Africa Subsahariana como en Ucrania, advirtió la legisladora.
Por ley Reino Unido debe destinar el 0,7 por ciento de su Producto Interno Bruto a la ayuda oficial al desarrollo, pero el gobierno conservador, liderado por el primer ministro Boris Johnson, decidió el año pasado reducir su aporte al 0,5 por ciento.
Como resultado de la decisión, muy criticada por las organizaciones no gubernamentales, y que las autoridades británicas atribuyeron al impacto económico de la pandemia de la Covid-19, las naciones pobres y en vías de desarrollo dejaron de recibir alrededor de cinco mil millones de dólares.
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