Entre los siniestros destaca el Mesquite Heat Fire, en el condado de Taylor, al suroeste de Abilene, Texas, que destruyó unas 30 estructuras y quemó más de tres mil hectáreas.
Según el Servicio Forestal de Texas A&M, en la tarde del jueves las llamas de rápido movimiento estaban contenidas apenas en un cinco por ciento.
El área enfrentaba condiciones de sequía, ráfagas de viento de hasta 30 millas por hora y temperaturas que superaban con creces los 100 grados, lo que avivó la llamarada, dijo la vocera del Departamento de Bomberos de Abilene, Elise Roberts.
En estas condiciones, “los incendios se inician con mucha facilidad y son muy difíciles de contener”, agregó la autoridad local.
De acuerdo con Roberts, el incendio en el condado de Taylor comenzó en la carretera de la localidad y pudo originarse por algo tan simple como un cigarrillo arrojado desde una ventana.
En el condado de Wilbarger, en el norte de ese estado, el incendio de Coconut quemó más de diez mil hectáreas y se controló en un 20 por ciento.
Un bombero sufrió quemaduras mientras luchaba contra el fuego el martes, mientras otro tuvo que ser hospitalizado debido a la gravedad de las heridas, dijo el servicio forestal.
En las condiciones en las que nos encontramos ahora, agregó Roberts, cualquier pequeña chispa puede iniciar un incendio de grandes proporciones fácilmente.
Para los bomberos que están en la primera línea, el clima cálido es especialmente desafiante, comentó el juez del condado de Taylor, Downing Bolls.
Las autoridades estiman que los nueve siniestros que sacuden el territorio continúen creciendo durante el fin de semana debido a las condiciones de calor extremas.
Los incendios forestales están aumentando en tamaño e intensidad en el oeste de los Estados Unidos, y las temporadas de incendios forestales se están alargando.
Investigaciones recientes han sugerido que el calor y la sequedad asociados con el calentamiento global son las principales razones del aumento de siniestros más grandes y difíciles de controlar.
mv/age