Por primera vez en siete años, el índice de precios al consumidor sobrepasa la meta considerada por el Banco de Japón (BOJ) como favorable con mira a la revitalización de la economía, precisó el informe del organismo gubernamental.
El aumento estable a este ritmo de crecimiento implicaría mayores ganancias y salarios de las empresas, reseñó el rotativo Nikkei Shimbun.
Sin embargo, a juicio de economistas nipones las causas que elevaron el nivel de inflación no son garantías de sostenibilidad, pues dependen de factores externos y temporales como la devaluación del yen, junto a la elevada cotización de los recursos energéticos y las materias primas en el mercado internacional.
En otras palabras, Japón encara una subida acelerada de los precios al consumidor que no es directamente proporcional a la de los salarios y por tanto los japoneses se enfrentan a un encarecimiento del costo de la vida.
Consciente de los verdaderos motivos de la inflación, el BOJ mantiene su relajación monetaria para no subordinar su política a emergencias temporales, como ha dejado claro en reiteradas ocasiones su gobernador, Haruhiko Kuroda.
De acuerdo con el MIC, respecto a 2021 subieron las facturas de electricidad (19,1 por ciento), gasolina (15,7 por ciento), queroseno (26,1 por ciento) y gas urbano, a pesar incluso de los subsidios otorgados por el gobierno a las empresas mayoristas de petróleo.
Asimismo, aumentó en un 2,6 por ciento el costo de los alimentos (el ritmo más rápido desde 2015), entre los cuales sobresalen trigo, carne, café y aceite de cocina. Según los datos oficiales, de los 176 productos encuestados, 127 registraron precios más altos.
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