Declaraciones del gobernador del Banco Central de ese país, Marouan El Abassi, confirmaron que el país necesitará una financiación suplementaria de mil 500 millones de euros (mil 583 millones de dólares) a raíz de las consecuencias económicas del conflicto en Ucrania.
El incremento global de los precios de los cereales y la energía, unido a una depreciación del dinar, elevó las previsiones de déficit comercial por encima del 6,7 por ciento anunciado a principios de año.
Por otra parte, El Abassi reconoció que recurrir a un nuevo préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI) es muy necesario, ya que permitirá al Estado financiarse a precios razonables y abrirá las puertas al mercado financiero mundial.
Según el funcionario, las autoridades tunecinas realizaron grandes esfuerzos para poner en marcha un programa de reformas apropiado con ese organismo global.
Como parte de ello, destacó, el «alivio parcial» tras la reciente movilización de 660 millones de euros (696 millones de dólares) a través del Banco Africano de Importación y Exportación (Afreximbank).
Sin embargo, esperan resultados tras el reinicio del diálogo entre Túnez y el FMI para cerrar un préstamo por valor de 4 mil millones de dólares que le permita hacer frente a una deuda pública que supera la totalidad del Producto Interno Bruto.
En las negociaciones, la institución financiera exige que el plan de reformas sea consensuado entre los diferentes actores nacionales: sindicatos, patronal y sociedad civil.
Mientras, la Unión General Tunecina del Trabajo rechaza las medidas de austeridad, que incluyen la congelación de salarios públicos y la retirada de las subvenciones a productos de primera necesidad, y advierte de la explosión social.
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