Según un recuento realizado por la Red de Comunidades Seguras (SCN), en lo que va de año se han registrado al menos 42 amenazas de bomba contra centros comunitarios judíos o sus miembros.
En enero, un atacante armado mantuvo como rehenes a cuatro religiosos en una sinagoga de Colleyville, en Texas, durante 11 horas.
Por otro lado, incluso antes de que un hombre armado matara recientemente a diez personas negras en Búfalo, Nueva York, el Buró Federal de Investigaciones (FBI) informó sobre 57 amenazas de bomba a colegios y universidades con histórica presencia de afronorteamericanos.
“Nos enfrentamos a uno de los entornos de violencia más complejos y dinámicos de la historia de nuestra nación”, advirtieron Masters, quien es el director general de la Red de Comunidades Seguras y Frederick, el presidente de la Universidad Howard de Washington D.C.
En un artículo publicado en The Hill, los expertos afirmaron que esas comunidades se han enfrentado al racismo y al antisemitismo durante décadas sin cerrar sus campus ni templos; siempre vencen, pero hoy, más que nunca, necesitan ayuda y fondos para hacerlo.
Las amenazas de bomba tienen especialmente el potencial de interrumpir la educación de los estudiantes negros o la vida religiosa y cultural de la comunidad judía, ya que son instalaciones que se ven obligados a cerrar para investigar la credibilidad de cada incidente, explicaron.
Para Masters y Frederick, aunque el gobierno responde a estos sucesos recurrentes y el Congreso ofrece fondos adicionales para la seguridad de las instituciones estudiantiles y religiosas, los esfuerzos son insuficientes.
Ambos urgieron más apoyo financiero para el Programa de Subvenciones para la Seguridad de las Organizaciones sin Fines de Lucro para garantizar que todas las instituciones estén tan preparadas como sea posible.
Hacemos un llamamiento a la administración para que actúe y haga más, de modo que se pueda prevenir la delincuencia y se puedan salvar vidas, concluyeron.
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