Durante un discurso por el Día de la Resistencia y la Liberación, Nasrallah, calificó el triunfo de hace 22 años como el logro más importante de la historia contemporánea, de orgullo nacional y árabe.
Según el secretario general de Hizbulah la ofensiva armada de la resistencia libanesa rompió la imagen del ejército enemigo y del proyecto expansionista de Israel, al tiempo que dio esperanza al pueblo palestino de liberar su tierra.
El jefe de la Resistencia islámica libanesa recordó el sufrimiento de los ciudadanos a manos de la ocupación desde 1982 y los bombardeos, intimidaciones y desplazamientos a los que fueron obligados por el ejército israelí.
Nasrallah destacó que después de la victoria, Hizbulah no buscó la autoridad, ni la codicia, “su presencia en el gobierno tiene como objetivo proteger la espalda del pueblo”.
Insistió que la resistencia no monopolizó las operaciones y menos el poder, «su compromiso lo constituye la liberación de la tierra y el bien de la dignidad nacional».
Llamó a la responsabilidad frente a la actual crisis económica y financiera, a la vez que recalcó la capacidad de Líbano para avanzar hacia un estado rico a través del petróleo, el gas, la industria y la agricultura.
Alertó sobre la posibilidad de acciones que pudieran conducir a la explosión de la región, pues “cualquier daño contra la Mezquita de al-Aqsa y la Cúpula de la Roca (en la zona ocupada de Jerusalén oriental) tendrán consecuencias nefastas”.
El líder de Hizbulah abogó por la asociación y la cooperación y reiteró la disposición de discutir la estrategia de defensa.
Nasrallah agradeció a todas las facciones, fuerzas, ciudades, pueblos y corrientes que apoyaron a la resistencia para lograr la expulsión sin condiciones de los militares israelíes de la nación, excepto en las granjas de Shebaa y las colinas de Kfar Chouba.
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