Esa medida, llamada oficialmente Ley de Prevención del Terrorismo Doméstico, fue articulada por los demócratas como respuesta a la masacre que este mes dejó 10 personas negras muertas por parte de un supremacista blanco en Buffalo, Nueva York.
Dos días después de otro tiroteo masivo en una escuela primaria de Texas, donde asesinaron a 19 niños y dos maestras, los miembros de la Cámara Alta votaron 47-47, es decir, la propuesta no alcanzó los 60 votos necesarios para avanzar.
Por tanto, quedó estancado el proyecto de ley que autorizaría a las agencias federales a monitorear e informar conjuntamente sobre posibles casos de terrorismo doméstico en el país, incluidos incidentes relacionados con el supremacismo blanco.
Aunque no es la solución al problema, los demócratas insistieron en que la norma era importante para reforzar la respuesta del gobierno federal a los crecientes incidentes de extremismo violento, pero los republicanos consideraron que la disposición era innecesaria.
El resultado, que se esperaba, eliminó la posibilidad de cualquier acción inmediata sobre el control de armas a pesar de que en Estados Unidos los sucesos con artefactos letales superan los 200 en lo que va de año, según la organización Archivo de la Violencia Armada.
Para los miembros del partido identificado con el color rojo el derecho a portar armas está protegido por la Segunda Enmienda de la Constitución.
Mientras se mantiene el desacuerdo en el Capitolio, es la población, en especial las minorías negra y latinas, la que pone las cuotas de muertos.
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