Como profesora, madre de un alumno de primaria en Texas, y alguien que en su día se ganaba la vida portando un arma, quizá esté mejor preparada que muchas personas para llevar a clase un artefacto como ese, pero nunca querría hacerlo, comentó en un artículo publicado en The Hill.
El trágico tiroteo en la escuela de Uvalde, Texas, que dejó causó la muerte de 19 niños y dos profesoras, avivó el debate sobre la necesidad de crear leyes que regulen la compra de esos objetos letales; sin embargo, algunos legisladores y políticos proponen que sean los maestros quienes intenten frenar a un tirador, agregó.
No se dan cuenta, dijo, que la mayoría de los profesores no están entrenados en el conocimiento de la situación.
Aunque no es difícil aprender a disparar un arma, lo que lleva mucho más tiempo es aprender a responder adecuadamente a un tirador activo.
Como antigua oficial de operaciones del personal de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y exagente especial del Buró Federal de Investigaciones (FBI), Walder recibió una amplia formación y asegura confiar en su capacidad para responder a una situación violenta, en lugar de huir de ella.
“Pero pedir a los profesores que lleven armas y asumir que estarán preparados para el peligro es arriesgado”, aseveró.
Según cifras oficiales, el 75 por ciento de los reclutas abandonan el entrenamiento militar porque no pueden adoptar una «mentalidad de supervivencia» y no están mentalmente preparados para el estrés emocional y físico de una situación altamente vulnerable.
Los partidarios de armar a los profesores lo hacen, en parte, porque la sociedad tiende a medir la destreza o la competencia de forma tangible, comentó.
Actualmente, 28 estados permiten a los profesores con licencia llevar armas a la escuela; Texas es uno de ellos.
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