Impulsados por el aumento sostenido de los costos en la energía y los alimentos, los precios al consumidor -indicador de referencia para medir la inflación- ya reportaron una subida del 7,4 por ciento en abril y quebraron récords mensuales desde noviembre.
Ahora, a partir del impacto del conflicto en Ucrania y las sanciones a Rusia, la inflación en la región está en su nivel más alto desde que comenzaron los registros del euro en 1997.
Influyó particularmente el aumento del 39,2 por ciento en los precios de la energía y del 9,1 por ciento en los alimentos frescos.
A su vez, los servicios subieron un 3,5 por ciento interanual, frente al 3,3 por ciento del mes anterior, mientras que los precios de los bienes industriales no energéticos lo hicieron en un 4,2 por ciento, cuatro décimas más que en abril.
Por países, las mayores subidas de los precios se registraron en Estonia (20,1 por ciento), Lituania (18,5 por ciento) y Letonia (16,4 por ciento), mientras que las subidas menos fuertes correspondieron a Malta (5,6 por ciento), Francia (5,8 por ciento) y Finlandia (7,1 por ciento).
Los precios también subieron a un ritmo récord en Alemania, con un alza interanual del 8,7 por ciento, mientras que en Italia, tercera economía del euro, la inflación armonizada escaló al 7,3 por ciento. En el caso de España, la tasa de inflación armonizada se situó en el 8,5 por ciento, frente al 8,3 por ciento de abril.
Las cifras marcan un contexto adverso al que el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) debe ofrecer soluciones.
La entidad tiene previsto reunirse el próximo 9 de junio en Países Bajos para debatir las nuevas medidas de política monetaria y anunciar las nuevas proyecciones macroeconómicas de la institución.
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