Desde la Casa Blanca, el mandatario pronunció este jueves un discurso a la nación en el que preguntó “¿cuánta carnicería más estamos dispuestos a aceptar?” y urgió la acción del legislativo en un momento de “conciencia y sentido común”.
En un tono conmovedor, el gobernante se refirió a su visita a la comunidad de Uvalde, Texas, donde la semana pasada un joven de 18 años mató a tiros a 19 niños y dos maestras y confirmó que en el territorio estadounidense las armas son la primera causa de muerte de los infantes.
No se trata de quitar las armas, los dueños de armas responsables merecen respeto, pero la Segunda Enmienda de la Constitución, -en la cual se basan para justificar la posesión de artefactos letales- no es absoluta ni otorga derechos ilimitados, manifestó Biden.
En su opinión, es necesario proteger niños, familias y comunidades con la prohibición de armas de asalto y cargadores de alta capacidad, con un cambio en la edad permitida para adquirir armamento de 18 a 21 años y con la investigación de los antecedentes de los compradores.
Igualmente, propuso garantizar el almacenamiento de esos instrumentos, mejorar el tratamiento de las enfermedades mentales, y abogó por establecer a nivel federal las llamadas leyes de bandera roja con las que ya cuentan 19 estados.
Mediante ese tipo de medidas las autoridades pueden exigir a las personas consideradas un peligro para sí mismas o para otros que entreguen sus armas.
Demasiados lugares en Estados Unidos se han convertido en campos de batalla, y esas son las decisiones que yo tomaría, ¿qué hará el Congreso?, cuestionó el presidente Biden.
Su pronunciamiento coincide con las conversaciones al respecto entre senadores del partido Demócrata y Republicano y con el anuncio de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, de que la próxima semana votarán un proyecto para prohibir las armas de asalto de estilo militar.
El mandatario explicó que aún cuando pasen en la Cámara Baja las propuestas, es necesario el apoyo de al menos 10 senadores republicanos para superar el obstruccionismo y lograr promulgar una ley que frene la creciente violencia en el país.
Antes del tiroteo en Texas, en la ciudad neoyorquina de Buffalo, un supremacista blanco mató a tiros de 10 personas en un supermercado; la víspera un hombre armado asesinó a cuatro personas en una clínica médica en Tulsa, Oklahoma; y hace unas horas varias personas fueron baleadas en un funeral en Wisconsin.
Los tiroteos masivos en Estados Unidos ascienden a 234 en lo que va de año, según la organización Gun Violence Archive.
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