La cita, con sede en Los Ángeles, California, tiene lugar con la ausencia de una decena de jefes de Estado, entre los cuales, el mexicano Andrés Manuel López Obrador, el boliviano Luis Arce y la hondureña Xiomara Castro, decidieron no asistir por su desacuerdo con las acciones contra esos tres países.
Según señaló Borón en un artículo publicado en el diario Página 12, la celebración de un evento con esas características responde a una visión simplista de Washington sobre Latinoamérica y tiene como telón de fondo a los numerosos tropiezos de la administración norteamericana.
En opinión del reconocido analista argentino, a los efectos de una desastrosa política exterior estadounidense, se suma un escenario interno marcado por el incremento de la violencia, la pobreza y la inflación, el descenso del respaldo popular al presidente Joe Biden y la amenaza del regreso de Donald Trump, entre otros factores.
Biden tropieza con enormes dificultades a cinco meses de las elecciones de medio término, las que podrían poner fin a su mandato, no en términos legales, pero si de facto, si los republicanos se alzan con la mayoría en la Cámara de Representantes y ganan más escaños más en el Senado, apuntó Borón.
Por otra parte, advirtió sobre el efecto boomerang de las sanciones contra Rusia y China, el respaldo a la escalada del conflicto en Ucrania, las agresiones contra países como Cuba y su postura hacia Latinoamérica, a la que trata de dividir y manejar.
¿Por qué un presidente acosado por esos formidables problemas convoca a una reunión como esa? Por la lectura simplista que los gobiernos estadounidenses tienen de esta parte del mundo, a la que pretenden controlar como durante gran parte del siglo XX, indicó.
No tienen idea de los cambios producidos en la región desde la irrupción de Hugo Chávez (1954-2013), los cuales transformaron la percepción sobre sobre Estados Unidos y permitieron reconocer que su declinación es irreversible y que estamos presenciando el amanecer de una nueva era geopolítica, añadió.
Borón calificó de irritantes las exclusiones de Cuba, Venezuela y Nicaragua de la Cumbre y aseguró que la cita no posee agenda, planes ni proyectos válidos.
Washington debe poner fin a su odiosa práctica de intervención y desestabilización. Además, tiene que acabar con su escandaloso doble discurso en materia de derechos humanos, afirmó.
El politólogo consideró inconcebible que Washington desconozca organismos y cortes internacionales y mantenga 76 bases militares en Latinoamérica, instaladas para garantizar su acceso a recursos naturales estratégicos y controlar a los pueblos en caso de que éstos decidan marchar en una dirección incompatible con sus intereses.
Por otra parte, exigió el cese inmediato del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por la Casa Blanca a la mayor de las Antillas desde hace más de seis décadas y criticó su agudización durante la pandemia de la Covid-19.
Aseguró que dicho cerco es un crimen de lesa humanidad, el más prolongado de la historia, contra una isla que decidió adueñarse de su destino.
Lo mismo cabe decir de los bloqueos y permanentes agresiones en contra de Venezuela y Nicaragua. Provocan sufrimientos en las poblaciones, pero también corroen las bases morales del orden político al interior del imperio, indicó.
El artículo del politólogo argentino es publicado luego de que el ministro de Relaciones Exteriores de este país, Santiago Cafiero, denunciara en Los Ángeles las medidas coercitivas unilaterales de Washington hacia naciones de la región.
El canciller también condenó la participación de la Organización de Estados Americanos en el golpe contra Evo Morales en Bolivia y su comportamiento injerencista.
Los bloqueos van en la dirección contraria a la búsqueda de herramientas para combatir la desigualdad. El compromiso sobre gobernabilidad democrática planteado aquí no podrá alcanzarse si persisten las sanciones y medidas unilaterales, pese a que los hechos demuestran su fracaso, apuntó.
En declaraciones recientes, Cafiero y el presidente Alberto Fernández aseguraron que Argentina participaría en la cita en representación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y para llevar la voz de los excluidos.
Numerosas organizaciones internacionales cuestionaron la postura de Washington y responsabilizaron al gobierno norteamericano de celebrar una Cumbre sin las Américas, condenada al fracaso.
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