Frente a vallas negras que aseguran el lugar de la reunión se apostaron los asistentes enarbolando banderas de Cuba, Venezuela y Nicaragua, así como pancartas que piden el fin de la desestabilización promovida desde Washington, mientras con cantos enérgicos cuestionaban la democracia «Made in USA».
La misiva se suma al conjunto de acciones a lo largo de esta semana durante la Cumbre de los Pueblos por la Democracia, evento que sesionó de forma paralela a la reunión excluyente y selectiva del presidente Joe Biden y la Organización de Estados Americanos (OEA).
Los participantes se unieron en rechazo a lo que denominaron la Cumbre de la exclusión, ante la criticada postura de la administración demócrata de impedir la presencia en la cita hemisférica de esos tres países, cuya línea soberana e independiente no encaja en los estándares que trata de imponer Washington.
Aunque Biden hizo muchas promesas para acabar con la política belicista y de línea dura de Donald Trump contra América Latina y el Caribe, en la práctica ha hecho muy poco, afirmó Manolo De Los Santos, uno de los coordinadores de la Cumbre de los Pueblos.
Biden pidió la víspera a los presentes en su convite centrarse en los “problemas serios” minimizando así el amplio rechazo a las posturas adoptadas.
La cita trajo a esta ciudad, la segunda más poblada de Estados Unidos, a una veintena de jefes de Estado, de 35 que debían ocupar su puesto en la reunión.
El presidente de Argentina, Alberto Fernández, usó el podio para ratificar que nadie en su condición de anfitrión de estas cumbres tiene derecho a decidir quién asiste o no.
“Ser país anfitrión no otorga la capacidad de imponer un derecho de admisión”, afirmó Fernández, presidente pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Definitivamente hubiésemos querido otra Cumbre de las Américas, dijo el mandatario argentino, quien exhortó a levantar las políticas coercitivas que causan sufrimiento a pueblos de la región.
En ese sentido, enfatizó que Cuba soporta un bloqueo de más de seis décadas impuesto en los años de la Guerra Fría y Venezuela tolera otro, mientras que una pandemia que asola a la humanidad arrastra consigo millones de vidas.
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