“Hoy recordamos una triste fecha”, dijo el mandatario, quien se refirió a cómo el 21 de junio de 1941, “una cálida y soleada mañana de domingo”, para millones de ciudadanos soviéticos “se convirtió en un instante en los horrores de los bombardeos, el exterminio despiadado de civiles y un dolor interminable”.
Según el jefe de Estado belaruso, el alcance del terror fascista fue tal que todavía no se conoce el número exacto de pérdidas humanas, indicó la agencia de noticias Belta.
Subrayó que la Fiscalía General del país lleva más de un año investigando el genocidio del pueblo belaruso, descubriendo más y más fosas comunes de personas fusiladas, ahorcadas, quemadas vivas.
“A muchos en el Occidente les gustaría olvidar las atrocidades cometidas por sus padres y abuelos en nuestra tierra. Ya han escrito una historia nueva en sus manuales, han hecho caer en el olvido la gran hazaña del soldado soviético que había pagado con su sangre por la libertar y la vida de los países de Europa. Ahora están atacando nuestra memoria histórica”, advirtió.
Lukashenko manifestó que, no obstante, la verdad romperá el muro del silencio y la mentira y los delitos de los nazis en tierra belarusa recibirán una evaluación legal adecuada y los resultados de la investigación se presentarán a la comunidad mundial.
“Belarús recuerda a todos los héroes y víctimas inocentes de aquella guerra. También recuerda los nombres de los colaboradores de los delincuentes militares y los que participaron en las masacres sangrientas de la población”, puntualizó.
Señaló que el país hará todo lo posible para que sus hijos y nietos preserven la memoria, como la clave de la unidad de la nación y el futuro pacífico del Estado.
“En el Día de la Memoria Nacional de las Víctimas de la Gran Guerra Patria y el Genocidio del Pueblo Belaruso nosotros, los belarusos, inclinamos las cabezas ante la hazaña sagrada de los vencedores que liberaron al mundo del nazismo y alzamos la voz en defensa de la verdad histórica y la justicia”, expresó Lukashenko.
Según historiadores, Belarús, entonces parte de la Unión Soviética y territorio por donde comenzó la invasión de la Alemania nazi a ese país, perdió en la guerra casi tres millones de habitantes, un tercio de su población y cerca de nueve mil aldeas fueron quemadas.
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