El fin de semana pasado 37 militares y tres civiles murieron y cuatro extranjeros y un número indeterminado de trabajadores nativos de la explotación fueron secuestrados en ese mismo estado en uno de los ataques más mortíferos realizados por esas pandillas.
Los grupos de delincuentes armados que atacan aldeas y pequeñas ciudades para saquearlas además de secuestrar a funcionarios y extranjeros para exigir rescates en metálico extendieron sus acciones al noroeste del país y constituyen un creciente dolor de cabeza para el gobierno central junto a las operaciones del grupo islamista Boko Haram.
La paralización de las labores extractivas tiene efecto inmediato y su violación pasible de severas multas, advirtió el secretario del gobierno de Níger, Ahmed Matane.
Más temprano el Ministerio de Defensa anunció la liberación de un sacerdote católico de nacionalidad italiana secuestrado cuatro días atrás en el estado meridional de Edo y la muerte de tres de sus raptores, descritos como integrantes de las pandillas.
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