La suspensión de esa medida de bioseguridad contra la dolencia la anunció el presidente de la República, Lauretino Cortizo, el pasado 1 de julio, durante su informe de gestión ante diputados de la Asamblea Nacional (Parlamento).
La disposición se exceptúa para las instalaciones de salud, el transporte público y los elaboradores de alimentos, donde será obligatorio su uso, según autoridades sanitarias.
En un inicio, el Ministerio de Educación informó en una circular que la exigencia se mantendría al interior de los centros docentes, pero después flexibilizó y aseveró que será de manera opcional, lo que preocupa a padres de familia.
A juicio del ministro de Salud, Luis Francisco Sucre, con los avances del plan de inmunización y las estrategias aplicadas para frenar la propagación de la pandemia, Panamá comenzará desde este lunes una etapa de aprendizaje a convivir con el virus SARS-CoV-2, lo cual podría implicar la vacunación anual contra la Covid-19, al igual que se hace con la influenza.
La medida del uso obligatorio de la mascarilla se impuso en Panamá el 20 de junio de 2020, a tres meses de detectado el primer caso de la dolencia.
En marzo último hubo una primera flexibilización de su utilización, sobre todo en espacios abiertos y al aire libre, sin aglomeración de personas.
Aunque es una elección personal, los epidemiólogos insisten en el uso de los barbijos para personas inmunodeprimidas, con enfermedades crónicas y los adultos mayores, y hasta algunos estiman que el atuendo llegó para formar parte de la vida futura.
Expertos como el infectólogo Xavier Sáez-Llorens consideran que el uso de la mascarilla se debe dejar a criterio personal, ya que “quitar obligatoriedad no significa retirar recomendación de usar mascarilla”.
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