Esta colonial urbe fue declarada por la Unesco Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1988, junto al Valle de los Ingenios -emporio azucarero hasta la primera mitad del siglo XIX- y la emblemática torre Manaca Iznaga.
Uno de los proyectos artesanales es Entre Agujas, de la Oficina del Conservador de Trinidad y el Valle de los Ingenios, iniciado en 2008 con el fin de contribuir a conservar la tradición de las manualidades y los diversos puntos.
Además de estar dirigido a la incorporación social de la mujer constituye una fuente de ingresos para las familias trinitarias, actividad a la cual están incorporados también hombres.
Mientras Urdimbre es uno de los más jóvenes proyectos de la ciudad, al que se suma Siempre a mano, el cual forma a niñas, jóvenes y mujeres adultas en la excelencia de la lencería.
El Museo Romántico, otrora Palacio Brunet, en el corazón del centro histórico de la ciudad, es la sede del proyecto Urdimbre.
Mientras, Entre hilos, alas y pinceles, encabezado por la destacada artista de la plástica Yudit Vidal, es un proyecto artístico-sociocultural creado en abril de 2014 con el objetivo de legitimar los trabajos de la aguja como parte del patrimonio intangible de la villa.
Agrupa a una veintena de artesanas cuya labor es trasladada a nuevos soportes y técnicas artísticas las cuales han podido disfrutarse en distintas exposiciones.
Trinidad posee el barro, el tejido con fibra de guano y labores con hilo y aguja propia de sus bordadoras y tejedoras, lo que la diferencia de otras ciudades de la mayor de las Antillas, con el agregado de sus calles de piedra y sus palacetes, la mayoría convertidos en museos.
Sin dudas, la labor con aguja fue la actividad que mayor peso tuvo en la selección de la sureña urbe como Ciudad Artesanal del Mundo y la lencería, en especial la randa, lo demostró.
Las puntadas sobre la tela tienen nombres como barahúnda, semillita de melón, cáscara de piña, farolito, regañona y la considerada como la más popular, la trinitaria.
Fundada en 1514 por el Adelantado Diego Velázquez de Cuéllar, entre el mar y la montaña, la conocida como la Ciudad Museo del Caribe aguarda por quienes deseen deleitarse con sus encantos.
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