La ministra de Defensa, Chirstine Lambrecht, afirmó que también suministrarán tres cañones autopropulsados a Ucrania, después que el pasado 24 de febrero el presidente ruso, Vladímir Putin, anunció una operación militar especial para «desmilitarizar» y «desnazificar» a ese país.
En su momento, Kiev mostró insatisfacción por la lentitud y lo que calificó de esmerado cuidado de Berlín para prestarle ayuda de defensa, aunque Alemania se mantiene en la cuarta posición entre los países dedicados a brindar esa ayuda.
Para Rusia, cuyo Ministerio de Defensa advirtió que tomará como objetivo legítimo a cualquier armamento occidental a su arribo al vecino país, los intentos de Occidente de rearmar a Ucrania solo traen consigo más víctimas humanas por la extensión de la confrontación.
Estados Unidos aprobó más de 10 mil millones de dólares para la compra de armamentos con destino a Ucrania, incluidos blindados y sistemas anticoheteriles de corto y mediano alcance, así como medios antitanques, mientras Europa dedicó más de dos mil millones con igual propósito.
Moscú denuncio en su momento que por más de ocho años las potencias occidentales observaron sin hacer nada o ignoraron lo que ocurría en la región rebelde de Donbass, donde más de 10 mil personas murieron desde que Kiev lanzó una operación de castigo contra esa zona en abril de 2014. Poco antes del anuncio de Putin, las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk (región de Donbass), en medio de una ofensiva bélica de fuerzas ucranianas, organizaron una evacuación masiva de civiles a Rusia, con la que firmaron acuerdos de ayuda mutua, incluida la militar.
Occidente lanzó una guerra económica contra Moscú y aumentó considerablemente su ayuda militar a Ucrania.
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