«Esto se hizo con un objetivo: evitar un nuevo juicio de Nuremberg, donde los nazis capturados, la gente de Azov, testificarían», escribió el legislativo en Telegram.
En ese sentido, argumentó que el bombardeo al centro de detención preventiva, donde se encontraban recluidos los militantes capturados del batallón nacionalista Azov, se llevó a cabo para evitar un tribunal sobre ellos, «su testimonio daría lugar a demandas para traer a varios jefes de Estado de la OTAN a juicio», recalcó.
Volodin aseguró estar convencido de que «Washington y Kiev están retirando testigos de sus crímenes contra la humanidad para que los ciudadanos de las naciones europeas y de Estados Unidos no les den la espalda, y el suministro de armas y municiones continúe», sentenció.
En su opinión, las confesiones públicas de los prisioneros sobre sus crímenes atroces conducirían inevitablemente a demandas para enjuiciar a los líderes de varios países de la Alianza Atlántica.
Por su parte, el portavoz del Ministerio de Defensa de Rusia, mayor general Ígor Konashenkov, confirmó este sábado que el ataque se dirigió a la sala de aislamiento donde se encontraban los prisioneros de guerra ucranianos, incluidos los militantes de Azov.
Asimismo, precisó que está comprobado la utilización de sistema de cohetes de artillería de alta movilidad Himars, de procedencia estadounidense, además de sistemas de cohetes de lanzamiento múltiple MLRS.
Konashenkov detalló que, según los últimos datos emitidos por la administración militar-civil de la autoproclamada república popular de Donetsk, en el reclusorio se encontraban 193 detenidas, de ellas 50 fallecieron y 73 están heridos graves.
El jefe militar explicó que el atentado contra la penitenciaría preventiva sucedió tras el inicio por parte del Comité de Investigación de Rusia de un caso penal sobre el hecho de la huelga de nacionalistas ucranianos presos en Elénovka.
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