Su protagonista es un otakual que un accidente contra un camión dejó en coma durante 17 años y, cuando despierta de pronto en un hospital, anuncia que ha regresado de otro planeta y posee poderes mágicos, para sorpresa de su sobrino Takafumi, con el cual deberá convivir a partir de entonces.
La chispa, la gracia de la serie, pretende estar dada por la cotidianidad de esos dos personajes, pero sobre todo asociada al tío que, mientras dirime cuestiones domésticas, intenta ganarse la vida en el rol deyoutuber y reflota asuntos amorosos del pasado, sea donde sea, solo para darse cuenta deque la rudarealidad, tal como él la conocía, ha cambiado.
Los teléfonos móviles ahora son tabletas inteligentes, existe el Internet de alta velocidad, Kochikame—el manga más longevo de la historia— dejó de publicarse después de 40 años y 200 volúmenes, y (¡oh, menudo horror!) SEGA perdió la guerra de las videoconsolas con Nintendo y Sony.
Con esos mimbres, más la parodia que hace de otras series ambientadas en mundos de fantasía, cabría esperar que Isekai Ojisanseaun anime para reíra carcajadas. Pero, por cierta extraña razón, de momento flojea. Muchos de los chistes son predecibles, los personajes resultan vagos y sosos, la velocidad se estanca a veces y el ritmo general se pierde.
Por ahora, no es Overlord porque para eso debería ser más atrevida y picante. Y tampoco Hataraku Maou-sama!!!, pues le falta explotar a fuerza de mayor tino las situaciones rocambolescas en que se puede ver envuelto alguien proveniente de otro mundo y con superpoderes.
Aunque, bien mirado, y observando el potencial del señor de las gafas, también es probable que en un momento dado Isekai Ojisan experimente un cambio y se aligere para convertirse en otra cosa; quizás, en algo que, dotado de un poco de suerte, guste fuera de Japón y no deje al espectador promedio con cara de piedra.
(Tomado de Orbe)