Reunidos en la sala Nippon Budokan del distrito Chiyoda, alrededor de mil personas rindieron tributo a los más de tres millones de japoneses muertos en el conflicto bélico, entre militares y población civil.
“Mirando hacia el pasado y basado en un profundo remordimiento, espero sinceramente que los horrores de la guerra nunca se repitan”, recalcó el emperador en su discurso durante el acto televisado.
Por su parte, Kishida reiteró el compromiso del Estado con la paz.
“Desde el final de la guerra, Japón ha seguido sistemáticamente su curso como país pacífico. Hemos grabado profundamente las lecciones de la historia en nuestros corazones y nos hemos esforzado por la paz y la prosperidad mundiales”, destacó. Frente a los familiares de los caídos en la conflagración y representantes de diversos sectores sociales, el mandatario recordó que muchos de los restos aún no se han devuelto.
“Es nuestro deber nacional hacer todo lo posible para regresarlos a sus ciudades de origen lo antes posible”, precisó.
Los asistentes al duelo guardaron un minuto de silencio, limitados en cuanto a participación para prever contagios por el SARS-Cov-2, causante de la Covid-19.
La rendición del imperio japonés durante la Segunda Guerra Mundial se produjo el 15 de agosto de 1945.
La firma de la proclama con los términos de la derrota tuvo lugar el 2 de septiembre de ese mismo año.
mem/lcp