Según la entidad oficial, se trata de la mayor caída del poder adquisitivo del sueldo devengado por los trabajadores británicos desde 2001, y se produce a pesar de que durante ese mismo periodo hubo un incremento salarial promedio del 4,7 por ciento.
En junio pasado, la propia ONS reportó que la inflación alcanzó el 9,4 por ciento, su nivel más alto de los últimos 40 años, se prevé que alcance el 11 por ciento en el último trimestre.
La crisis se traduce en un aumento de la tarifa eléctrica para millones de hogares, y de los precios de los alimentos y del combustible, por lo que los sindicatos exigen un salario acorde con la tasa inflacionaria.
Miles de trabajadores, incluidos conductores de trenes y empleados del Metro de Londres, empleados de correos, abogados han organizado huelgas intermitentes o se preparan para ir al paro en las próximas semanas, para exigir que se atienda su demanda.
El gobierno conservador destinó un paquete de ayuda que contempla la entrega a cada hogar de 400 libras esterlinas (casi 500 dólares) para compensar el alza del precio de la electricidad y del gas, pero el primer ministro interino Boris Johnson admitió la semana pasada que esos fondos resultan insuficientes.
Johnson, quien dimitió al cargo en julio pasado, está siendo presionado para que tome nuevas medidas para reducir el costo de la vida, pero dijo que tarea le corresponderá al candidato que gane el concurso interno de liderazgo que disputan el exministro de Hacienda Rishi Sunak y la canciller Liz Truss.
El líder laborista Keir Starmer abogó la víspera por congelar la nueva alza de la tarifa energética prevista para entrar en vigor en octubre, como parte de la estrategia que aplicaría su partido de estar en el poder para enfrentar la crisis.
acl/nm