En una reunión en Sao Paulo con hombres de negocios y pequeños empresarios, Lula denunció que el gigante suramericano enfrenta actualmente una situación peor que la de 2003, con más hambre, más desempleo, menor masa salarial y sin intereses baratos para financiar la inversión.
Insistió en que todo cayó a la mitad y lo único sin hacerlo resultó «la grosería y la falta de respeto del presidente de la República, quien parece vivir en otro planeta y no aquí».
En su intervención sostuvo que el Gobierno debe considerar el contexto de pandemia de Covid-19 y tomar en serio la renegociación para evitar que empresas mueran a causa de la deuda contraída en el período.
Incluso, aseveró, el futuro puede esperar que «hagamos algo nuevo, pero no podemos dejar que ustedes mueran a causa de la deuda contraída a causa de la pandemia», recalcó.
Al escuchar testimonios de empresarios, el abanderado del Partido de los Trabajadores aseveró que deben atenderse las dificultades y los apuros, y destacó la importancia del Banco de Brasil y demás financieras públicas para los pequeños negocios.
Precisó que la fórmula electoral hacia el sufragio del 2 de octubre con el exgobernador Geraldo Alckmin (su vice) es un matrimonio que reúne 16 años de gestión en el estado más rico con ocho años de la mejor gobernanza del país.
«Brasil no puede seguir siendo pequeño. Cuando dejamos la presidencia, ese país estaba creciendo. Brasil era respetado, era protagonista internacional. Hoy, ese país se ha convertido en paria. Alckmin y yo no queremos gobiernos. Queremos cuidar», indicó.
En la misma jornada, Lula también concedió una entrevista a Radio Super, del estado de Minas Gerais (sudeste), y volvió a criticar a Bolsonaro, quien exteriorizaba fastidio durante la juramentación del nuevo presidente del Tribunal Superior Electoral, Alexandre de Moraes.
«(Bolsonaro) escuchó tantas veces la palabra democracia, escuchó tantas críticas al autoritarismo y a las noticias falsas. Estaba muy molesto. Cada discurso que hablaba de democracia, era visible su cara de vergüenza», apuntó Lula.
Interrogado sobre cómo conseguir más votos entre electores evangélicos, el extornero mecánico respondió que no era pretendiente al poder de una facción religiosa. «Yo soy candidato del pueblo brasileño. Quiero tratar evangélico igual católico, islámico, judío».
No quiero hacer una guerra santa en este país, no quiero establecer rivalidad entre las religiones, remarcó.
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