«Que no tenga miedo de Lula porque será el pueblo el que lo va a sacar de la Presidencia», afirmó el abanderado del Partido de los Trabajadores al sufragio de octubre, en un acto de campaña en el Valle de Anhangabaú, en Sao Paulo.
En su discurso, acusó a sus opositores de estar utilizando la iglesia como podio político.
«Hay muchas noticias falsas religiosas corriendo por este mundo, hay demonios que se llaman Dios y gente honesta que se llama demonio, porque hay gente que no está tratando de la iglesia para gustar de la fe y de la espiritualidad y está haciendo de la iglesia una palanca política o una empresa para ganar dinero», denunció.
Esclareció que él, «Luiz Inácio Lula da Silva, defiendo el Estado laico, el Estado no tiene que tener religión y todas las religiones necesitan ser defendidas por el Estado, y las iglesias no tienen que tener partido político».
Porque, agregó, «las iglesias necesitan cuidar la fe y la espiritualidad de las personas, y no cuidar de la candidatura de falsos profetas o de fariseos que están engañando a ese pueblo todo el día».
Según el exdirigente sindical, él habla «con la tranquilidad de un hombre que cree en Dios. Yo, cuando quiero conversar con Dios, no necesito sacerdotes o pastores. Puedo encerrarme en mi habitación y hablar con Dios tantas horas como quiera y sin necesidad de favores».
Lula compartió el podio del acto con el candidato al gobierno de Sao Paulo, Fernando Haddad, el vice de su fórmula electiva, Geraldo Alckmin; la exgobernante Dilma Rousseff, el senador Randolfe Rodrigues, el congresista André Janones y el pretendiente al Senado por Sao Paulo Márcio França.
Al principio de su discurso, Lula hizo una defensa de Rousseff y recordó la campaña del golpe parlamentario judicial que la apartó del poder en 2016.
También abordó el flagelo de la hambruna en Brasil, donde 33 millones de personas no tienen que comer en uno de los mayores productores de alimentos del mundo. «Y eso no tiene explicación», aseveró.
El extornero mécánico remarcó, entre otras ideas en su intervención de casi dos horas, que gobernar «es cuidar de las personas», en particular de las más necesitadas, «no hacer propaganda de armas y de violencia», en evidente alusión a Bolsonaro, quien defiende la tenencia de artefactos bélicos en la familia brasileña.
Datos de la Justicia Electoral revelan que 156 millones 454 mil 11 brasileños, la mayoría mujeres, están habilitados para votar en las elecciones generales del 2 de octubre, en las que se elegirán presidente y vicepresidente, gobernadores, diputados, senadores y legisladores regionales.
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