“Estamos preocupados por los recientes movimientos rápidos y unilaterales del mercado de divisas”, dijo el también vocero oficial en conferencia de prensa, sin detallar las posibles acciones del gobierno para revertir la situación.
Por su parte, el ministro de Finanzas, Shunichi Suzuki, declaró públicamente que los movimientos del yen deberían ser estables y reflejar los fundamentos económicos.
Asimismo, enfatizó que Japón observa preocupado la volatilidad en las tasas de cambio.
Durante la actual jornada la caída del yen superó los 144 niveles frente al dólar, mínimo histórico de los últimos 24 años y dos unidades más que ayer.
Mientras la Reserva Federal de Estados Unidos sostiene una agresiva política monetaria para contener la inflación en el país norteamericano, el Banco de Japón (BOJ) mantiene una postura ultralaxa que acentúa la brecha en las tasas de interés.
Las empresas exportadoras niponas celebran la mala fortuna de la moneda nacional que le reporta mayores ganancias cuando cambian las divisas procedentes del extranjero, sin embargo, un yen débil encarece las importaciones del país asiático, pobre en recursos naturales, e impacta negativamente en los consumidores.
El pasado junio, el gobernador del BOJ, Haruhiko Kuroda, recalcó que la depreciación del yen es un fenómeno negativo e indeseable para la economía japonesa, en tanto “aumenta la incertidumbre sobre el futuro y dificulta la formulación de planes de negocio por parte de las empresas”.
Destacó además que Japón está en proceso de recuperarse de una recesión significativa derivada de la propagación del coronavirus SARS-Cov-2, causante de la Covid-19, por lo tanto, un endurecimiento de la política monetaria sería contraproducente.
En reiteradas ocasiones, Kuroda ha insistido en que la principal institución financiera del país mantendrá el rumbo actual hasta lograr un crecimiento sostenible sobre la base del aumento real de los salarios y las ganancias de las empresas.
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