De acuerdo con datos publicados este miércoles por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONS), en los 12 meses trascurridos hasta agosto pasado, el Índice de Precios del Consumidor alcanzó un 9,9 por ciento, una disminución de 0,2 puntos comparado con el 10,1 por ciento registrado en julio.
El reporte de la entidad oficial agrega que la caída de la inflación por debajo de los dos dígitos obedeció a la reducción que experimentaron los precios de la gasolina y el diésel durante ese periodo.
La ONS advirtió, no obstante, que el aumento de los precios de los alimentos continúa siendo el principal culpable de que la tasa de inflación se encuentre en su nivel más elevado desde 1982. El Instituto de Investigaciones de las Políticas Públicas celebró la noticia, pero advirtió que se necesita más ayuda estatal para lidiar con la crisis del costo de la vida.
Según George Dibb, jefe del Centro para la Justicia Económica adscrito a ese tanque pensante británico, la decisión del gobierno de congelar la tarifa eléctrica en un máximo de dos mil 500 libras esterlinas (2,880 dólares) durante los próximos dos años es bienvenida, pero no contribuirá a reducir de inmediato el precio de los alimentos y de la ropa.
La Resolution Foundation, que se ocupa de estudiar las condiciones de vida de la población, señaló, por su parte, que los niveles récord de inflación seguirán durante un tiempo más, con una incidencia mayor en los hogares más pobres.
El Banco de Inglaterra, que ahora podría demorar un poco más una nueva subida de los tipos de interés, previó semanas atrás que la inflación podría llegar al 13 por ciento en el último trimestre del año, aunque la sucursal británica del Citigroup pronosticó que alcanzaría un 18 por ciento para enero de 2023.
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