De acuerdo con especialistas de la industria editorial, solo el seis por ciento de los latinos se identifica como tal dentro del sector y su desempeño varía en roles ejecutivos, ventas, agentes literarios u novelistas.
Otras minorías de ascendencia indígena o afro estadounidense representan números mínimos en el ámbito literario donde predominan escritores de la raza blanca y existe la tendencia creciente a los intentos de censura relacionados con libros para niños y jóvenes, según la American Library Association (ALA).
La asociación estadounidense confirmó que los manuscritos que contienen temas de identidad sexual, etnia y género recibieron una cantidad sin precedentes de desafíos, incluyendo amenazas a los editores por parte de conservadores y activistas.
Para James La Rue, exfuncionario de la ALA, se trata de una campaña coordinada y pujante alienada a las 700 acciones desplegadas el pasado año y, en respuesta la entidad nacional lanzó la iniciativa Los libros nos unen, la censura nos divide, abocada a garantizar la libertad de expresión e impulsar la literatura sin represión.
El reporte emitido por la entidad, que antecedió a la Semana de los Libros Prohibidos en curso, informó más de 680 tentativas de censura o restricción a los bibliotecarios en centros escolares públicos y de educación superior, lo cual supone la supresión de 1650 títulos distintos.
Hasta el 22 de septiembre, la Semana destaca como evento anual a favor de los beneficios de la lectura basada en la equidad, inclusión y diversidad cultural así como la libertad intelectual.
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