El abanderado del Partido Liberal ejerció su derecho en un colegio electoral en la Villa Militar de Río de Janeiro, donde declaró a periodistas que «estamos tranquilos (…) en primera vuelta, se deciden hoy las elecciones».
Ante la interrogante sobre si reconocería los resultados en caso de un fracaso, enmudeció y solo respondió que ganará con más de 60 por ciento de los votos.
Preocupa la reacción de Bolsonaro en caso de una derrota, pues recientemente advirtió que no aceptaría el resultado si él no vence y achacaría el descalabro a «algo anormal» ocurrido en el Tribunal Superior Electoral.
Tampoco el excapitán del Ejercitó respondió cuando la senadora Soraya Thronicke, aspirante presidencial de Unión Brasil, le preguntó en el último debate en TV Globo si daría un golpe de Estado de no ganar el referendo.
El exparacaidista esquivó la interrogante y recurrió al chantaje para comentarle que ella resultó ser parlamentaria por él.
A lo anterior se suma que Bolsonaro, pese a abrazar el poder en 2018 mediante urnas electrónicas, duda ahora de la fiabilidad y seguridad de ese receptáculo, implementado desde 1996, el cual puede ser blanco de fraudes, según el gobernante.
En los comicios participarán 11 candidatos presidenciales y de acuerdo con la legislación nacional, para ser electo, un pretendiente debe obtener la mayoría absoluta de votos, es decir, más de la mitad de los válidos (excluidos los en blanco y nulos).
Si ninguno de los aspirantes cumple con ese criterio, se realizará una segunda vuelta, prevista para el 30 de octubre.
El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, abanderado del Partido de los Trabajadores, figura como favorito para ganar este domingo la consulta, según resultados de todos los sondeos de opinión.
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