«Ese país necesita volver a tener relaciones con el mundo exterior. Brasil, durante todo el período de mi mandato, fue protagonista internacional. Fui el único presidente de la República en la historia de Brasil que participó en todas las reuniones del G8. Fui uno de los presidentes que ayudó a crear el G20», respondió a periodistas en Belo Horizonte, capital del estado de Minsas Gerais (sudeste).
Interrogado sobre la conducción en la economía, el abanderado presidencial del Partido de los Trabajadores resaltó el legado económico y la responsabilidad fiscal que fueron la marca de sus gestiones.
«Fui el único presidente de la República que cumplió el superávit primario (resultado positivo de todos los ingresos y gastos del gobierno) durante todo mi mandato, dando la demostración de que responsabilidad no es cuestión de ley, es de carácter, por eso estoy en contra del techo de gastos», añadió.
Instituido por la Enmienda Constitucional 95, el techo de gastos limita la capacidad de inversión del Estado, impidiendo la ampliación de políticas públicas que beneficien a la población.
Lula, quien participó este domingo en un multitudinario mitin de campaña en Belo Horizonte, explicó que no necesitada una ley para ser responsable. «Aprendí en mi formación política que la gente solo puede gastar aquello que la gente gana, que produce», advirtió.
Según el extornero mecánico, al asumir la presidencia, en 2003, economistas decían que Brasil estaba quebrado, sin reparación, con inflación al 12 por ciento, desempleo al 12 por ciento, deuda interna pública del 60,5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) y deudor del Fondo Monetario Internacional (FMI).
«Cuando entré al gobierno, lo primero que hicimos fue reducir la deuda pública del 60,5 por ciento del PIB al 37. Segundo, bajamos la inflación del 12 al 4,5 por ciento. Tercero, generamos, en 13 años, 22 millones de empleos formales. Cuarto, pagamos la deuda con el FMI y prestamos 15 mil millones al FMI», recalcó el exsindicalista.
Con un 48,43 por ciento de los votos, Lula ganó la primera vuelta del 2 de octubre frente al mandatario de tendencia ultraderechista Jair Bolsonaro, quien ambiciona reelegirse por el Partido Liberal y alcanzó un 43,20. Ninguno de los aspirantes al poder logró en ese primer pleito la mayoría absoluta de votos, es decir, más de la mitad de válidos (excluidos blancos y nulos), como establece el código brasileño para ser electo.
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