La página oficial del Partido de los Trabajadores (PT), del cual Lula es su abanderado presidencial, indica que el exdirigente obrero continuará su participación en caminatas y actos públicos en ciudades capitales como Aracaju (estado de Sergipe), Maceió (Alagoas) y Recife (Pernambuco).
Según el sitio, la primera marcha será en horas matutinas en Aracaju, con la presencia de Lula y el senador petista Rogério Carvalho, postulante al gobierno de Sergipe.
En horario vespertino, el exlíder metalúrgico estará en Maceió y mañana en Recife para encabezar la caminata junto a la diputada federal Marília Arraes (partido Solidaridad), candidata a la gobernación de Pernambuco.
La víspera, Lula reconoció en Salvador, capital del estado de Bahía (nordeste), que buscará el voto de los indecisos para ganar la próxima consulta ante las urnas contra el mandatario de tendencia ultraderechista Jair Bolsonaro.
«Si alguien tiene dudas todavía, si por casualidad no votó (en la primera ronda del 2 de octubre), no hizo la biometría derecha, puede hacerla. Lulinha (en referencia a su persona) está loco para tener un voto más», afirmó.
En ese territorio, encabezó una marcha al lado de líderes políticos y del pretendiente al gobierno estadual Jerônimo Rodrigues, del PT.
Señaló ante simpatizantes bahianos que solo tiene sentido su retorno al gobierno para poner fin a las desigualdades que enfrenta el gigante suramericano y recuperar la capacidad del pueblo para vivir decentemente.
Lula lamentó además la situación de pobreza en Brasil y el hecho de que el mundo produzca suficiente comida para alimentar a la humanidad, pero 900 millones de personas pasan hambre.
Específicamente, citó el Día del Niño, celebrado el 12 de octubre, y llamó a cambiar el hecho de infantes que no tuvieron desayuno para tomar, otros muchos sin consumir proteínas necesarias en el almuerzo y otro contingente que irá a dormir sin alimento para comer.
Recordó que Brasil ya fue la sexta economía del mundo, tuvo protagonismo internacional y demostró ser posible aumentar el salario mínimo, tener bajos intereses, generar empleo, pagar un salario digno y poner a niños y niñas de la periferia en las universidades.
La Justicia Electoral confirmó que el expresidente ganó la primera ronda, con un 48,43 por ciento de los votos, frente a Bolsonaro, quien ambiciona reelegirse por el Partido Liberal y alcanzó un 43,20. Ninguno de los aspirantes al poder logró en ese primer turno la mayoría absoluta de votos, es decir, más de la mitad de válidos (excluidos blancos y nulos), como establece el código brasileño para ser electo.
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