No creo que estemos hablando de una austeridad similar a la que tuvimos en 2010, pero vamos a tener que tomar decisiones difíciles sobre el gasto y los impuestos, afirmó Hunt este sábado, en entrevista con la televisora Sky News.
En sus primeras declaraciones públicas desde que reemplazó la víspera al defenestrado Kwarteng, el veterano político, que fue canciller y ministro de Salud en gobiernos conservadores anteriores, dijo que algunos impuestos no serán recortados tan rápido como la gente quiere, mientras otros aumentarán.
Hunt consideró erróneo que como parte de su estrategia para estimular el crecimiento económico y frenar la inflación, el Gobierno conservador de la primera ministra Liz Truss apelara a reducir el impuesto sobre la renta para las personas de mayores ingresos.
También criticó que el llamado mini presupuesto presentado el 23 de febrero pasado no estuviera acompañado por un pronóstico económico elaborado por la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria.
a falta de detalles sobre la forma en que el Gobierno pretende financiar el histórico recorte fiscal y el paquete de ayuda energética para el sector residencial y las empresas, desestabilizó el mercado financiero, ante el temor de que se dispare la deuda pública británica.
Esa desconfianza de los inversionistas derrumbó temporalmente el valor de la libra esterlina, y obligó al Banco de Inglaterra a comprar los bonos del Estado para apuntalar a la divisa británica.
Para apaciguar a sus críticos, entre los que se cuentan numerosos diputados conservadores, Truss destituyó a Kwarteng, quien apenas llevaba cinco semanas en el cargo, pero según analistas, la propia gobernante también tendría sus días contados.
Además de cambiar al titular de Hacienda, la primera ministra, que hace unos días dio marcha atrás a su impopular propuesta de reducir el tributo sobre la renta para los ricos, también dio ayer otro giro en U, al anunciar que subirá en un 25 por ciento el impuesto de sociedades.
Según analistas, Truss tendría los días contados en el número 10 de Downing Street, y sus recientes reajustes al plan fiscal solo le servirían para ganar algunas semanas, antes de verse obligada a renunciar como su antecesor, Boris Johnson.
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