En ocasión del Día Mundial de la Alimentación, que desde 1979 se celebra por iniciativa de ONU, el coordinador de FAO para Mesoamérica, Adoniram Sánches, atribuyó ese resultado al crecimiento de la producción de alimentos, granos y aves, además de programas sociales de un plan solidario que impulsa el Gobierno.
Según estadísticas oficiales, de 4,2 millones de habitantes, Panamá redujo de 7,5 por ciento la población en condiciones de subalimentación en 2019, a 5,8 por ciento en 2021.
La crisis sanitaria ocasionada por la Covid-19 y ahora la guerra entre Rusia y Ucrania, han puesto en peligro los avances en los objetivos de desarrollo sostenible, como la meta de “hambre cero”, según el también representante de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para Panamá y Costa Rica.
Sánches precisó al diario La Prensa que el año pasado en el istmo se contabilizaron 200 mil personas con hambre, de ellas el 60 por ciento concentradas en las comarcas indígenas y el 40 por ciento restante en las zonas rurales de las provincias de Panamá y Colón.
Indicó que la metodología utilizada para medir el hambre es validada por distintos organismos internacionales, entre ellos la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
A juicio del experto, si se mantienen los programas de apoyo a los sectores más vulnerables, es posible que en 2025 Panamá sea declarado un país libre de hambre.
Se trata de un gran reto, porque más allá de las subvenciones directas, el país debe apostar por generar empleos y que la población en estado de vulnerabilidad no dependa de las ayudas estatales.
Destacó además que Panamá tiene varias iniciativas interesantes para combatir la subalimentación como el plan “Estudiar sin hambre”, que le facilita entre 800 y 900 calorías por día a cada estudiante con la comida que se distribuye en los planteles.
También apuntó que el país enfrenta amenazas a la salud, a la seguridad alimentaria y una mejor nutrición como son los altos índices de sobrepeso y obesidad.
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