En su cuenta en Twitter, el canciller denunció la incursión con drones de los rebeldes y explicó que abordó el tema anoche en una conversación telefónica con el enviado de la ONU para Yemen, Hans Grundberg.
Esas acciones demuestran que la milicia no busca la paz, señaló el funcionario, quien llamó a adoptar posturas más firmes contra el grupo.
Los rebeldes justificaron su ataque ayer contra un barco en la terminal petrolera de Ash Shihr al señalar que busca impedir que el Gobierno lo use para las exportaciones de petróleo.
El ataque ocurrió en Ash Shihr, cerca de la ciudad de Mukalla, a unos 585 kilómetros al este de la capital Saná, controlada por los armados.
El propietario del buque Nissos Kea, la firma Okeanis Eco Tankers Corp., confirmó el bombardeo con drones pero afirmó en un comunicado que la embarcación no sufrió daños.
Las autoridades informaron previamente, que los hutíes atacaron esta semana el puerto de Radoum, en la parte central de la costa en el Golfo de Aden.
La guerra estalló en 2014, cuando los rebeldes se levantaron en armas y ocuparon grandes extensiones del país, incluida su capital.
Al año siguiente una coalición árabe, encabezada por Arabia Saudita, intervino en el conflicto en respaldo del Ejecutivo.
Según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), más de 23 millones de yemenitas, de un total de 31 millones, necesitan asistencia humanitaria o protección, pero las agencias de la ONU sólo pueden proporcionar ayuda a 11,6 millones cada mes.
La situación se agravó este año por la severa sequía que afectó a gran parte de esta nación árabe, seguida luego por torrenciales lluvias que inundaron numerosas zonas del territorio nacional.
La OCHA estima que más de 500 mil niños en Yemen sufren desnutrición aguda, incluidos 60 mil afectados por complicaciones médicas que corren el riesgo de morir.
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