Si bien la mortalidad infantil se redujo a un mínimo histórico en 2020 en el país en Kansas aumentó a 19 por ciento y, para los bebés afroestadounidenses, el incremento fue de 58 por ciento, con lo cual ese indicador es ahora tres veces y medio superior a la tasa reportada para el caso de los pequeños blancos.
Los expertos dicen que la razón de la brecha tan marcada radica en las disparidades raciales, pues mientras la mortalidad infantil blanca e hispana es más comúnmente causada por defectos congénitos, en los afroamericanos se deben con mayor frecuencia a dificultades asociadas con el nacimiento prematuro y el bajo peso.
El artículo divulgado por el Servicio de Radiodifusión Pública de Estados Unidos añadió que el promedio de recién nacidos antes de que concluya el tiempo de embarazo suele ser casi el doble, de manera constante y durante décadas en el país en las comunidades afronorteamericanas.
Según refirió la profesora de la Universidad Estatal de Michigan, Dawn Misra, el racismo constituye una de las causas de los nacimientos prematuros más frecuentes en los afrodescendientes y agregó que, incluso cuando disminuye la tasa total, la diferencia permanece.
Los problemas de salud preexistentes de una persona embarazada y los desafíos para acceder a la atención prenatal también son factores, acorde con la profesora del Centro Médico de la Universidad de Kansas, Sharla Smith.
Las investigaciones muestran que es menos probable que los médicos diagnostiquen endometriosis a las mujeres negras o las remitan para un tratamiento cardíaco, y también es más probable que ignoren su dolor debido a prejuicios raciales, dijo.
«No se trata solo de obtener una cita. Las mujeres negras simplemente no son escuchadas», apuntó citada por la fuente.
Además, ahondó, el incremento de los números también puede deberse al impacto de la Covid-19, pues las comunidades afroestadounidenses tendían a sentir las consecuencias económicas de la pandemia de manera más aguda.
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