Los países más grandes, como Estados Unidos, prolongaron las reuniones en Egipto debido a que estaban en contra de la organización de este aporte dirigido a mitigar los efectos extremos del calentamiento global, comentó el exvoluntario de las Naciones Unidas Donaldson Anthonyson.
El acuerdo fue una señal de que los desarrollados admitieron que destruyen el patrimonio cultural y la capacidad de tener una recuperación económica exitosa, destacó en el inicio de un panel organizado en esta capital.
Empero, advirtió, las pequeñas naciones insulares deben prepararse para el empeoramiento de las condiciones ambientales a pesar del pacto, ya que el fondo no evitará que ocurran los desastres naturales y sus consecuencias.
“Todas las islas del Caribe, incluidas Antigua y Barbuda, tendrán que estar preparadas para lo que vendrá”, remarcó Anthonyson.
La directora ejecutiva del Grupo de Conciencia Ambiental (EAG, por sus siglas en inglés), Arica Hill, trasmitió el interés en conocer cómo se implementaría el fondo a nivel local.
Me encantaría que el negociador principal para el cambio climático en representación de Antigua y Barbuda, explique el impacto que tendrá, porque una cosa es escucharlo desde un punto de vista internacional, pero “¿qué significa? ¿aquí?”, cuestionó.
Pidió una mayor consideración financiera a las barreras naturales que continúan siendo dañadas como resultado de los desastres climáticos.
“También creo que es importante para nosotros y nuestros sistemas de biodiversidad ser parte de esas conversaciones, porque la razón por la que somos arrastrados no es solo por las emisiones”, subrayó.
Nuestros ecosistemas de manglares, arrecifes de coral, no son fuertes y necesitamos poner mucho esfuerzo y dinero para fortalecerlos, aseveró Hill.
La directora ambiental del Departamento de Medio Ambiente, Diane Black-Layne, expuso el propósito de un fondo para pérdidas y daños y cómo la falta de voluntad de los países desarrollados interrumpiría aún más el proceso de volver a la normalidad y mejorar vidas.
“No se requiere ni siquiera el 2,0 por ciento de los flujos financieros globales, por lo que todos los aportes que se prevén no son tantos”, consideró.
Los participantes en el debate valoraron, aparte de los intereses de Antigua y Barbuda, los de 38 pequeños estados insulares en desarrollo y costeros de baja altitud, que durante las últimas dos décadas participaron en las negociaciones climáticas.
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