Los contendientes se vieron obligados a seguir haciendo campaña después de que ninguno de ellos obtuviera más del 50 por ciento de los votos en las elecciones de mitad de mandato, el pasado 8 de noviembre.
Si la victoria fuera de Walker, el Partido Republicano alcanzaría 50 escaños, pero la mayoría aún recaería en los demócratas con el voto de desempate de la vicepresidenta Kamala Harris.
En cambio, en caso de ser Warnock el vencedor, los liberales aumentarían su estrecha supremacía y patentizarían la gran resistencia demostrada por esa tolda en unos comicios generalmente ganados por la oposición. Aunque el control del Senado no está en juego, existe una alta participación en la segunda vuelta del sufragio, iniciado el pasado sábado.
Los datos del sitio web del estado de Georgia mostraron que apenas un día después, unos 90 mil votantes ya habían entregado sus boletas.
Asimismo, una gran cantidad de ciudadanos votaron el domingo, en cifras comparables con las de las elecciones generales de 2018 y 2020, según el director de campaña de Warnock, Quentin Fulks, citado por el diario The Hill.
Las encuestas no son determinantes en relación con el ganador y, mientras FiveThirtyEight sitúa a Walker un punto porcentual por encima de su oponente, con 47,8 por ciento frente a 46,8, un sondeo publicado la semana pasada por AARP colocó al demócrata por delante con cuatro puntos porcentuales.
Según un informe de la cadena CNBC, Warnock tenía casi tres veces más fondos disponibles que su retador.
El periódico The Hill apuntó que en el primer día de su campaña de segunda vuelta Walker recaudó tres millones 300 mil dólares.
Por su parte, el Comité de Campaña Senatorial Demócrata prometió siete millones de dólares para el caso del liberal.
El próximo 6 de diciembre será el día del desenlace de los comicios en Georgia.
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