El asunto emergió después del crimen ocurrido el viernes en el plantel estadual Primo Bitti, en la playa de Coqueiral, a 22 kilómetros del centro de Aracruz, municipio del estado de Espíritu Santo (sudeste).
Según la Secretaría de Seguridad Pública de la división territorial, el asesino, un joven de 16 años, irrumpió en el colegio con dos pistolas e hizo varios disparos apenas entró, fue a la sala de profesores y apretó nuevamente el gatillo y tres maestros resultaron ultimados.
Luego, el atacante fue a una escuela privada, que está en la misma vía, y también hizo descargas que alcanzaron de muerte a una discípula de 12 años.
En ambas agresiones el homicida eliminó a tres educadores y a una alumna de primaria e hirió a 12 personas, una de las cuales, en estado grave, tuvo que ser llevada en helicóptero a un hospital.
«Casos de violencia en las escuelas explotan en Brasil. La tragedia en Aracruz es otro episodio triste. Es necesario desarmar a la población y frenar a los grupos de odio. Con urgencia», escribió en la red social Twitter el profesor Daniel Cara, de la Universidad de Sao Paulo.
Cara, quien remitió la sugerencia para abordar la cuestión en el equipo de transición de Lula, es uno de los coordinadores de la Campaña Nacional por el Derecho a la Educación.
Los coordinadores del staff de trabajo Henrique Paim y Luiz Cláudio Costa acataron la recomendación y Cara hará entonces la redacción inicial del texto sobre el tema.
Como ponente, Binho Marques deberá incorporarla al informe que será elaborado por el grupo.
El portal Rede Brasil Atual asegura que, después de más de 40 decretos del derrotado mandatario Jair Bolsonaro, los brasileños compran mil 300 armas por día.
Según informaciones del Ejército, hasta julio se contaban en el gigante suramericano dos mil 61 clubes de tiro, mil seis de ellos inaugurados durante el actual Gobierno, a un ritmo de casi uno al día.
Antes de la administración del exmilitar se notificaron 350 mil 600 artefactos de fuego en manos de cazadores, disparadores profesionales y coleccionistas (los llamados CACs).
El dígito ahora se triplicó pues son un millón seis mil 725 artilugios bélicos, revelan otros datos del Ejército recopilados por los institutos Igarapé y Sou da Paz.
De acuerdo con Welliton Caixeta, profesor e investigador del Núcleo de Estudios sobre Violencia y Seguridad, «es el Estado lavándose las manos. (…) Diversas investigaciones nacionales e internacionales señalan que más armas en circulación no implican mayor seguridad».
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