Según las “fake news”, como se llama ahora a las noticias falsas y malintencionadas, la de la víspera iba a ser la noche en que el presidente Castillo daría un golpe para evitar ser vacado (destituido) por el Parlamento opositor, por acusaciones de presunta corrupción.
Los tuits y las llamadas telefónicas de legisladores y activistas de derecha a las redacciones utilizaron para los rumores la sorpresiva renuncia del ministro de Defensa, Daniel Barragán, quien invocó “razones estrictamente personales” para su retiro.
Según la versión desmentida prontamente por Castillo y el Consejo de Ministros, Barragán había renunciado por oponerse al supuesto golpe o porque no había sido capaz de articularlo por resistencias de la cúpula castrense, versión sazonada con rugir de tanques y sobrevuelos sobre el palacio presidencial
Según la analista Anahí Durand, en realidad, los conjurados de la red exigían tomar posición a los jefes militares, incitándolos así a alinearse contra el presidente.
El rumor se diluyó y “solo fue una fiebre de sábado por la noche”, según dijo esta mañana un viejo y desvelado reportero tras pasar en guardia la madrugada, aunque agregó, por si acaso, el viejo dicho que dice “si el río suena es porque piedras trae”.
Tras la desinformación, el interés volvió a enfocarse en el pleno congresal en el que el jefe de Estado será puesto en el banquillo de los acusados, pues se debatirá y votará si es destituido o no, lance por cuyo resultado pocos se atreven a apostar.
En las filas opositoras, acusadas de golpistas por las bancadas progresistas porque han intentado impedir que Castillo gobierne, desde antes de que se instalara en el cargo, decae el triunfalismo.
Muchos creen que la asonada de rumores fue una maniobra para que los congresistas contrarios a la vacancia que quieren mantener su curul, la apoyen con vistas a evitar la disolución del Legislativo, una posibilidad que el Gobierno descarta. Quienes están seguros de que esta vez sí podrían, tras dos intentos fallidos, deshacerse del maestro rural, son cada vez menos y hasta la extitular del Parlamento, Maricarmen Alva, radical opositora admitió que “es muy complicado” conseguir los 87 votos (dos tercios del total) de congresistas para defenestrar a Castillo.
Otro entusiasta de la vacancia, el legislador Enrique Wong, dijo que si no se consigue ese objetivo, hay que olvidarse de ella y de las mociones de confianza (facultad del Gobierno de emplazar al Congreso que le abre la posibilidad de disolver al Legislativo) y entrar al diálogo entre ambas partes por la gobernabilidad.
El conocido analista Juan de la Puente comentó sin embargo que los puentes de diálogo han sido dinamitados por la extrema polarización existente y está lejos la posibilidad de que las partes acepten una posible mediación internacional.
Los sectores más duros del Congreso han puesto en marcha un “plan b”, usar un artículo de la constitución que prevé la suspensión temporal del presidente por incapacidad, lo cual alude a enfermedad o enjuiciamiento por la corte suprema, pero una comisión congresal ha adecuado al objetivo de vacar a castillo por las acusaciones que pesan en su contra.
Para De la Puente, Perú podría estar cerca de un ciclo de violencia, de enfrentamiento de facciones, y es preocupante que (desde la derecha) se hable de ir a la sesión sobre la vacancia, el 7 de diciembre, aunque en sentido figurado, “a matar o morir”.
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