Tras recibir el diploma que certifica la voluntad de la mayoría de los brasileños en las urnas, de manos del timonel del TSE, ministro Alexandre de Morase, el fundador del Partido de los Trabajadores afirmó que el documento resulta «parte significativa del pueblo, que reconquistó el derecho a vivir en democracia».
Visiblemente emocionado, Lula señaló que, en su primera graduación en 2002, «recordé la osadía del pueblo brasileño en conceder, para alguien tantas veces cuestionado por no tener diploma universitario (…) Yo quiero pedir disculpas por la emoción, porque quien pasó lo que yo pasé en estos últimos años, estar aquí ahora es la certeza de que Dios existe».
Insistió en manifestar lo que le costó también al pueblo brasileño esa espera para reconquistar la democracia.
Reafirmó que junto a Geraldo Alckmin, vicepresidente electo también diplomado, cumplirá el compromiso que asumió no solo durante la campaña, sino durante toda su vida: «hacer de Brasil un país más desarrollado y más justo, con la garantía de dignidad y calidad de vida para todos los brasileños, sobre todo las personas más necesitadas», refirió.
Sin mencionar el nombre del derrotado mandatario de tendencia ultraderechista Jair Bolsonaro, el gobernante electo denunció que «pocas veces en la historia de ese país la democracia estuvo tan amenazada, la voluntad popular fue tan puesta a prueba y tuvo que vencer tantos obstáculos para finalmente ser oída».
Lula apuntó que elogió la sabiduría de su pueblo «que eligió el amor en vez del odio, la verdad en vez de la mentira y la democracia en vez del arbitrio».
Destacó el coraje del Supremo Tribunal Federal y del TSE «que enfrentaron toda suerte de ofensas, amenazas y agresiones para hacer valer la soberanía del voto popular».
Señaló conductas irregulares practicadas por Bolsonaro, a quien acusó de usar la máquina pública para comprar votos.
«Los enemigos de la democracia han arrojado dudas sobre las urnas, cuya fiabilidad es reconocida desde hace mucho tiempo por todo el mundo», apuntó.
Tales adversarios «amenazaron a las instituciones, crearon obstáculos de última hora para que electores fueran impedidos de llegar a sus lugares de votación, intentaron comprar el voto de los electores con falsas promesas de dinero abundante desviado del presupuesto público», enumeró el exsindicalista.
Ellos, agregó, «sembraron la mentira y el odio, y el país enfrentó violencia política que solo se vio en las páginas más tristes de nuestra historia. Y, sin embargo, la democracia ganó».
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