McCarthy obtuvo el sí de 14 republicanos que dieron su aprobación a otros candidatos en las jornadas anteriores, sin embargo, con seis reticencias, no pudo asegurar el mazo en la decimotercera votación.
Luego de cuatro intensas sesiones legislativas, varios analistas catalogan esta situación de drama en la política estadounidense, algo no visto hace un siglo, que sumerge al dividido Partido Republicano y al país en el caos y la incertidumbre.
El recuento final de esta votación dio a McCarthy 214 papeletas, un número que podría variar en la medida en que trascurren las rondas y ese es uno de los peligros de este desgastante proceso.
Para expertos, cuanto más se prolongue la disputa, más difícil será que corone su objetivo, pues corre el peligro de que ocurran más deserciones y experimente una pérdida de confianza.
El expresidente Donald Trump pidió a sus leales en la Cámara Baja que lo apuntalen e instó a no convertir “un gran triunfo en una derrota gigante y vergonzosa”, según escribió en un mensaje que publicó en su cuenta de la red Truth Social.
Por su parte, el actual mandatario, Joe Biden, criticó la incapacidad de los republicanos para elegir al nuevo líder y calificó sus luchas públicas de vergüenza para el país.
La Cámara de Representantes -en poder de los rojos (color que los identifica) desde los comicios intermedios del pasado 8 de noviembre- sigue tratando de destrabar la votación, aunque no está claro cómo McCarthy convencerá a los seis republicanos que votaron en su contra para que lo respalden.
El estancamiento continuo deja a la Cámara en el limbo, ya que los legisladores primero deben elegir un orador antes de pasar a otros asuntos en el nuevo Congreso.
Los demócratas se han mantenido unidos detrás del representante de Nueva York, Hakeem Jeffries, quien aseguró que sus colegas «están unidos y comprometidos a permanecer en Washington todo el tiempo que sea necesario para organizar el Congreso».
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