«El fascismo decide dar un golpe. Las derechas no han podido mantener el pacto de la no violencia», subrayó el mandatario colombiano ante las invasiones de seguidores del exmandatario Jair Bolsonaro a las sedes de tres poderes en Brasil.
Petro señaló que es hora urgente de una reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA) si quiere seguir viva como institución y aplicar la carta democrática.
«Propusimos que se fortaleciera el sistema interamericano de Derechos Humanos aplicando las normas vigentes y ampliando la carta a los derechos de la mujer, ambientales y colectivos, pero la respuesta son golpes parlamentarios o golpes violentos de la extrema derecha», recalcó Petro.
«El fascismo rompe y violenta el arte. ¡Muera la inteligencia!, gritaban en España, ahora lo hacen en la Latinoamérica que vota por el progresismo», dijo el gobernante de Colombia donde también otras figuras políticas rechazan las acciones golpistas en Brasil.
Al respecto, el expresidente Ernesto Samper, exsecretario de la Unión de Naciones Suramericanas manifestó que contra el fascismo tiene que existir “más y más democracia» y exhortó a apoyar al presidente Lula «como legítimo representante de la institucionalidad en Brasil».
«Los violentos no pasarán. El intento de golpe de Bolsonaro en Brasil como el de Trump en Estados Unidos prueban que el fascismo está vivo», enfatizó Samper.
Este día, a los gritos de «limpieza general» y al sonido de himnos brasileños, un inmenso grupo de bolsonaristas invadió este domingo la Explanada de los Ministerios para manifestarse contra los resultados de la segunda vuelta de elecciones del 30 de octubre que ganó Lula.
Los extremistas, que piden una intervención militar y son calificados por comentaristas políticos televisivos de terroristas, entraron al Congreso Nacional bajo una lluvia de bombas de gas lacrimógeno lanzadas por agentes de la Policía Militar.
Tras la irrupción en el Parlamento, los inconformes con la victoria electiva y asunción al poder de Lula ingresaron al Supremo Tribunal Federal.
De igual manera, en el Palacio del Planalto, un grupo de radicales llegó hasta el cuarto piso y depredó el baluarte del Poder Ejecutivo.
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