El año pasado la moneda nacional promedió un cambio de 130,77 unidades por dólar, el nivel más bajo desde 1998 y esa prolongada e inestable debilidad del yen infló los costes de las adquisiciones foráneas.
Japón no pudo reactivar la mayoría de sus centrales nucleares, paralizadas desde el desastre de 2011 en Fukushima, por lo cual debió suplir su principal fuente de energía con petróleo crudo, gas natural licuado y carbón procedentes de otros países, cambio que invirtió el balance comercial de la tercera economía del mundo.
Aunque insuficiente para lograr el equilibrio deseado, las exportaciones también subieron un 18,2 por ciento interanual a 98,19 billones de yenes (más de 764 mil millones de dólares), gracias a la fuerte demanda internacional de automóviles y acero japoneses, precisó el informe preliminar.
El gobierno estima mejores resultados para 2023, en medio de un contexto más favorable marcado por la recuperación del yen y la estabilización de los precios en el mercado energético.
Sin embargo, considera poco probable una reversión al superávit debido a preocupaciones sobre una desaceleración de las economías de ultramar.
jf/lcp