El tributo tuvo como escenario el municipio ayacuchano del Tampo, donde la presidenta de la Asociación Nacional de Periodistas, Zuliana Laines, leyó un mensaje de la organización señaló que el 40 aniversario de aquella tragedia tiene un significado especial en la situación de crisis política y de protesta social que vive Perú desde hace semanas.
“Actuar en el marco de un Estado de emergencia, en el que se quiere evitar registro de violaciones a derechos humanos, en que se pretende que la verdad oficial sea la única válida, nos retrotrae a una de las épocas más infaustas como nación”, expresó.
La dirigente evocó a los periodistas Eduardo de la Piniella, Pedro Sánchez, Félix Gavilán, Jorge Sedano, Willy Retto, Amador García, Jorge Luis Mendivil, Octavio Infante y su guía, Juan Argumedo.
Dijo también que lo sucedido y la muerte posterior de medio centenar de periodistas peruanos constituyen una deuda pendiente del Estado y demandó que se ponga fin a la impunidad y se haga justicia.
Además, la citada asociación lamentó que, 40 años después de la peor matanza de periodistas “el pueblo ayacuchano tenga que sufrir otra masacre como la del reciente 15 de diciembre”, referencia a la represión a las actuales protestas antigubernamentales.
Se trata, agrega, de “dos masacres que demuestran que tras 40 años no hay lecciones aprendidas, que se vuelve a instalar la desolación de un Estado que oprime”.
El 26 de enero de 1983, los reporteros, enterados de matanzas en el marco de la llamada guerra interna contra el grupo armado Sendero Luminoso e impedidos de viajar a las alturas de Iquicha, decidieron hacer una travesía en gran parte a pie, para verificar la situación.
Al llegar a la comunidad de Uchuraccay, fueron rodeados por lugareños y asesinados a golpes de instrumentos contundentes, sin escuchar sus explicaciones.
Según una hipótesis de la época, fuerzas de la Marina que operaban en la zona habían instruido a los pueblos de la zona de Iquicha a que acabasen con cualquiera que viniera por tierra, pues las tropas llegarían por aire.
La verdad de lo sucedido no ha sido dilucidada aun, pero la matanza tuvo como secuela llena de sospecha, los asesinatos de oscuro origen del veterano periodista ayacuchano Luis Morales y de decenas de comuneros de Uchuraccay.
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