Considerado el pulmón de la ciudad de Choueifat, en uno de los suburbios de Beirut, la reserva nació entre los repartos Haret Al Oumara y Haret Al Qubba y gracias a los esfuerzos de la municipalidad resulta un escenario activo en los campos humanitario, cultural, educativo, artístico y ambiental.
Debido a las lluvias del invierno y las colinas a su alrededor, el sitio requirió la construcción de puentes de madera, la apertura de nuevos caminos, la limpieza de áreas y la colocación de bancos para los visitantes.
Más de 500 árboles, variedad de flores y plantas sobresalen a la vista, en un paisaje natural que engalana también la sonoridad de las aves y los animales.
Según comentan sus guardabosques, el apoyo de las autoridades del municipio permitió sembrar árboles frutales y silvestres, así como la edificación de muros de piedra para evitar derrumbes y proteger la flora y la fauna. Conejos, ciervos blancos, gorriones, perdices, palomas, patos, gansos y pollos conviven en espacios libres; en tanto, sus áreas facilitan la meditación, la paz y el recreo.
En el plano deportivo para los aficionados del valle, la instalación de diversas máquinas y aparatos permite la práctica de ejercicios físicos; mientras, sus caminos son aconsejables para los amantes del senderismo.
Al desandar la reserva de Choueifat resulta recurrente encontrar a jóvenes enamorados, estudiosos ambientales, practicantes de fe, grupos educativos o sencillamente niños y adultos en total esparcimiento.
Reconocido por la conservación y el cuidado de su entorno, el valle de Abu Semaan abre sus puertas todos los días a los pobladores como un refugio natural y ecológico rico en hermosos paisajes.
ro/yma